Roma-Italia, un mes después.Enzo de rodillas, ante la tumba de su madre se despedía de ella, con unas emotivas palabras.—quiero agradecerte por todo tu cariño, tus consejos, fuiste una gran madre, me dolió mucho tu muerte, a pesar de que no llevamos la misma sangre, siempre te voy a llevar en mi corazón y jamás te pienso olvidar —se despedía de Antonella, la persona que lo crio como su hijo, sin saber la verdad.—¡Vamos, cariño! —Antonia se arrodilló ante la tumba de Antonella. —Gracias por querer a mi hijo. Con lágrimas en los ojos colocó unas rosas blancas que ella sabía bien que eran las favoritas de la señora Ferretti.—Vamos a casa mamá, Katty debe estar volviéndose loca con mi papá.Antonia sonrió. —No digas eso, Emiliano y Katty ahora se llevan bien, además tu papá está muy feliz con su nieto en casa.—¿Y tú, eres feliz, mamá? —pregunto Enzo a Antonia.La mirada de Toñita se iluminó por completo al escucharlo. —Feliz es poco, jamás pensé que te escucharía llamarme mamá, c
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