En estos momentos miles de escenas de películas de terror están atravesando mi mente y es que, si bien asisto a este lugar cinco de los siete días de la semana, debo aceptar que a estas horas de la noche, tiene un aspecto totalmente distinto, uno que logra poner mis pelos de punta. Nate y Derek comienzan a repartir las linternas que traen en las mochilas y yo no puedo evitar sentirme como una criminal a punto de hacer una fechoría. Mei nos indica que no hay cámaras en la entrada, ni los pasillos, solo las oficinas principales están protegidas así que dándonos una última mirada entre nosotros, nos acercamos a las grandes puertas dobles y entramos en la institución.Todo el lugar está completamente oscuro, la luz que proyectan nuestras linternas es lo único que logra mostrar el camino que tenemos delante y permitir a nuestros pies moverse con cautela. Una estancia ancha de paredes blancas y retratos de artistas colgando de ellas nos da la bienvenida. El sonido de nuestros pasos resuena
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