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Todos los capítulos de Los Matices de mi Vida.: Capítulo 131 - Capítulo 140
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Capítulo ciento treinta y uno: Intentado ser fuerte.
Las caricias y los besos continuaban, ya me tenía desbordada de lujuria, cuando se quitó la ropa que sobraba, lo abrace con ganas; elevando mis piernas a sus caderas, mientras mordía con suavidad el borde de su oreja. Comencé a sentir como su sexo se habría paso en mí, una leve embestida; lo hacía soltar el aliento y volvía a besarme mientras lo apretaba más a mí, para sentirlo aún más; sentirlo completo. Era un ejemplar de hombre perfecto, el movimiento de mis caderas se elevaba, junto a sus embestidas, mis gemidos, se entrelazaban con los suyos, ambos queríamos más, mucho más del otro… los minutos seguían transcurriendo, mientras él seguía haciéndome el amor, llegando juntos al cielo o al infierno… Comenzábamos de nuevo, luego de una breve pausa y muchos besos, ambos sabíamos que esto no era correcto, pero nos necesitábamos aún más, con cada pausa y el deseo irrefrenable de volver a unirnos; sentirnos y también despedirnos de este amor que nos carcomía por dentro, de esas caric
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Capítulo ciento treinta y dos: Ya eres parte de la familia pequeña.
Este miércoles era especial, me la había pasado entretenida una semana entera ayudando a Luca a organizar el cuarto de la bebé, yendo de compras por todo lo que ella necesitaba y aparte organizando la pequeña ceremonia de su boda rápida con Jesua. Ese día especial era hoy, todos sus amigos los acompañamos en este día, yo tenía en mis brazos a Andrómeda que dormía plácidamente, la pequeña llevaba puesto un vestido rosado y una pequeña cinta en la cabecita haciendo juego. Los novios se veían muy apuestos, con un pantalón de vestir gris y camisa blanca, Luca tenía puesto un chaleco de terciopelo haciendo juego, y su pelo levantado en una media cola, ambos estaban muy apuestos y felices. Lupe y Pablo, junto a Renata y Dilan fueron los testigos de esta unión. La ceremonia por civil inició y después de que la jueza digiera algunas palabras, ambos novios; firmaron, seguidos de sus testigos. Todos aplaudieron alegres, cuando su libreta de matrimonio se les fue entregado y los declararon
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Capítulo ciento treinta y tres: Sus celos.
— ¿Qué cuchichean ustedes dos? — pregunta Lu mientras se sienta sonriente, alado mío, secando sus manos, — No mucho acá hablando de los sobrinitos— le digo mientras vuelvo a observar a la pequeña en mis brazos, —Ahí, si ambos están grandotes ya— asegura mientras arregla un zapatito de la pequeña, Juno viene hacia nosotras, para dejar al bebé con su madre e ir junto a su hermano un rato. —Toma Renata, te devuelvo a este bribón, ya me arrancó otro mechón de pelo de nuevo, ¿verdad Axel? — el bebé se ríe y levanta sus manos hacia su madre para que lo alce, — ¿Mi mini loquito va a ser fatal verdad? — le hacía mañas y él balbuceaba como respuesta. Las cuatro nos reímos por ese hecho, sin duda Axel sería muy artero e inteligente cuando crezca y nuestra pequeña Aurora sería una niña muy despierta con un gran corazón. Luca también se sentó con nosotros, aprovechando que yo tenía a Andro en brazos, se contentaba con probar alguno de los aperitivos mientras volvíamos a charlar sob
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Capítulo ciento treinta y cuatro: Porque me evitas.
Sola en el baño, me tranquilizo por no tener que cruzar palabras con él, entro en uno de los cubículos, a hacer lo mío cuando escucho que la puerta se abre. Yo no le doy importancia, minutos después escucho el agua del grifo correr. Cuando termino me maldigo al darme cuenta de que nunca tomé el papel higiénico de la mesada, — Perdonen, pero ¿me alcanzan el papel? — pregunto. Luego escucho unos pasos y veo el papel por debajo de mi puerta, —Gracias— alego, pero no hay respuesta. Salgo acomodando mi falda con una sonrisa, cuando veo a un hombre con la cabeza metida bajo el grifo, luego se incorpora y conozco muy bien esa espalda al descubierto, no puedo evitar respirar hondo mientras me acerco para lavarme las manos en el lavamanos libre. Intento no mirarlo, pero él me observa mientras gotas de su pelo caen por sus hombros, al cerrar el grifo. — De nada— se dirige a mí, mientras se pone otra remera. Me apresuro para poder irme sin decir nada, pero patino por el agua que es
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Capítulo ciento treinta y cinco: Ella si volvió.
Por fin llegó el día que estaba esperando semana tras semana y aunque quise venir solo, Matt no me lo permitió, prefirió acompañarme quedándose afuera, no intervendría a no ser que fuese necesario. Frente a la casa de mi padre entro sin más llamando su nombre a los gritos, — ¡Donde estás viejo, miserable! — repito una y otra vez buscándolo. De repente, al entrar en la cocina, una barra de hierro me recibe, me cubro con mis manos, pero el golpe me hace retroceder, cayendo encima de una pequeña mesa en el corredor, — ¡No te dije que aborrezco tu presencia en mi casa miserable mujercita! Camina hacia mí, con la barra de hierro apoyada en su hombro, su golpe entumeció mis brazos, pero eso no haría que me detenga, — ¡Por tu m*****a culpa murió Jairo y Juno pasó por un infierno, como te atreves a hacerle eso a tus hijos maldito viejo despreciable! — le reclamó, pero él escupe a mis pies, —Todos ustedes son una vergüenza para mí, todos son hijos de una mujerzuela— menciona con
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Capítulo ciento treinta y seis: Es tiempo.
A la mañana siguiente mi padre me despertó con el desayuno en la habitación como en el pasado, tomé asiento en la cama tomando la bandeja de sus manos, — Muchas gracias, William, todo se ve delicioso— él se sentó a mi lado alegre, y tomo una taza de café extra en la bandeja, — Dime, hija mía, ¿qué tienes pensado hacer ahora? — me preguntó con calma, — Sinceramente, no he pensado en eso aún— lo miré haciendo un gesto con mi rostro y levantando un poco los hombros, — Fer, ¿por qué no retomas tu carrera como médica? — sugirió repentinamente logrando que lo observase, — No lo sé padre, ha pasado tanto de eso. — Patrañas, tu hermano me contó como supiste desenvolverte en emergencias cuando se necesitó ayuda, estoy seguro de que, si te postulas en estudios especiales del país, dado a todo lo que te ocurrió, te recibirías en unos meses— al escucharle sabía que se había tomado el tiempo suficiente para informarse, — Sí, pero tú sabes que eso no es fácil— le comenté dándole
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Capítulo ciento treinta y siete: viéndola.
Yo solo comencé a llorar al escucharlo y Jesua me abrazó acariciando mi cabeza con delicadeza, — Dime Jesua, ¿sabes dónde está? — le pregunté en medio del llanto, — Si lo sé hermano. —Quiero verla— le digo sin dudar, pero él suspira antes de contestarme, — ¿Estás seguro?; Juno, ella está en un psiquiátrico, no sé cómo la vamos a encontrar. Yo despego mi cabeza de su pecho y lo miro a los ojos, —Prométeme que me llevarás contigo cuando vayas a verla— le pido tomando su mano en la mía, — Está bien, mañana mismo iremos juntos, te lo prometo— me dijo dándome alivio. Esa noche ninguno de los dos pudo dormir en absoluto, yo solo giré en mi cama, quedando con la vista clavada en la oscuridad, haciéndome mil preguntas, imaginándome muchos escenarios en mi mente, sé que Jesua estaba igual o peor que yo, al fin y al cabo, él si la conoció, si la recuerda perfectamente. Sé que no ha podido dormir porque ha pasado la noche atendiendo a mi sobrina e impidiendo que Luca se leva
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Capítulo ciento treinta y ocho: Un susto y una grata noticia.
Ya paso un mes desde que comencé a estudiar y las largas horas de estudio me tienen sin poder dormir bien. Hoy es el primer examen oficial y al leer las preguntas, ya sé que me irá de maravilla; puedo contestarlas todas correctamente sin problema. De la hora y media que tengo para hacerla me sobraron diez minutos, me levanto de mi pupitre satisfecha con lo que he hecho y luego de tomar mis cosas; camino hacia el profesor y le entrego mi examen. En ese momento y de repente un malestar y un mareo me invaden, caigo al suelo y lo único que escucho es a mi profesor hablarme antes de perder totalmente la conciencia. Llevo tiempo intentando no meterme en eso, pero esta situación ya me está hartando, ver como lo trata fuera del hospital todos los días me pone mal y cuando veo como le da una bofetada, no puedo quedarme callada, — ¡Luisa no crees que te estás pasando, tratándolo así! — le reclamo y ella me mira aún más molesta, — Disculpa Lupe, pero no te metas en nuestra discusión— m
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Capítulo ciento treinta y nueve: Abriéndole los ojos.
Tomé mi teléfono de la cama y llamé a Lu, tenía que contarle a alguien todo lo que ocurría y quién mejor que ella, mi mejor amiga. Luego de sonar tres tonos; ella tomó la llamada, — Hola Fer, ¿cómo estás, amiga? —Hola Lu, por suerte bien— le dije con calma, — Qué bueno, por acá todo sigue igual— ella no perdió la oportunidad para contarme lo sucedido con Luisa y cuando le conté lo que me había dicho Steven, los insultos al otro lado de la línea fueron claros y fuertes, — No te lo puedo creer, lo trata horrible y encima lo engaña, es de lo peor. Ambas estábamos de acuerdo en eso, — Lu hay algo más que quiero contarte, pero promete que no se lo dirás a nadie— le dije luego de un breve silencio, — ¿Qué ocurre Fer?, me estás asustando. — Amiga, hoy descubrí que estoy embarazada— poder contárselo a ella me dio mucha calma, — ¡Quee!, qué emoción Fer— las felicitaciones y gritos de alegría casi me dejan sorda, — ¿Se lo vas a decir verdad? — suspiré al escucharla, —No
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Capítulo ciento cuarenta: Confirmando su traición.
— Eh Matt, ¿y si en una de esas te enteras de algo turbio? — Dilan me toma el pelo mientras viene y se sienta con nosotros, — No bromees con eso— le digo frunciendo un poco el ceño, — Bueno, no es para que te lo tomes a mal, aparte de eso, ¿qué? Ni que ella pudiera engañarte, está loca; pero te ama— argumenta y las risotadas de Renata comienzan, — Que va loca no, lo que esta es totalmente insegura— añade y luego me pega un tate quieto en la cabeza, — Y tú, porque dejas que te trate así, ¿acaso ahora perdiste la hombría en alguna parte? — vuelve a decirme satisfecha, — ¿Era necesario el golpe mujer? —Obvio a ver si despabilas de una jodida vez— me aclara y no hago más que lamentarme y sonreír como un idiota por su franqueza. Estoy tan metida en mis estudios que ni siquiera me doy cuenta cuando William entro en el despacho dejando una charola a mi lado, — Tienes que descansar un poco hija y comer algo— levanto mis ojos del libro y le sonrió, — Tranquilo padre, estoy
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