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Todos los capítulos de Los Matices de mi Vida.: Capítulo 121 - Capítulo 130
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Capítulo ciento veintiuno: La fiesta continua.
(Llego la hora de la fiesta) — Todo salió precioso Lu— le digo a mi amiga que se ve plenamente feliz. La música suena alegremente y todos los invitados bailan, sonríen; se divierten, — Gracias Fer, por haberme ayudado con todo esto— asegura logrando emocionarme aún más, — Para eso somos amigas, bueno más que amigas, hermanas— respondo abrazándola, — ¡Yo también quiero eso! — Luca se pega a nosotras, se nota que ha llorado en toda la ceremonia, tiene los ojos vidriosos e hinchados, — Se casó una de mis haditas— vuelve a decir apretándonos a ambas hacia él, — Bueno, bueno, devuélvanme a mi esposa— exclama Pablo con alegría mientras camina hacia nosotros orgulloso y abrasa a Lu por la cintura. Se ven tan tiernos, — Vamos a bailar— repite moviéndose al compás con ella entre sus brazos, Luca toma mi mano y me arrastra a la pista, él me hace girar, y puedo ver a Jesua bailando con Axel en sus brazos, el pequeño se ríe sin dejar de mirar a su madre, que baila y le manda
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Capítulo ciento veintidós: Buen final
Ella me mira con los ojos muy abiertos, es la primera vez que soy tan brusco con ella, pero no me detengo y vuelvo a decirle —Si no querías asistir me lo hubieras dicho y no uses de excusa la ropa porque tienes un armario lleno y si nada de ahí te agradaban tenías semanas y mi tarjeta para comprarte lo que quisieras. —¿Matt? — la vos de Dilan nos interrumpe y me aparto un poco de ella, — ¿Todo en orden, chicos? — nos pregunta y Luisa aclara la vos, — Sí, yo me voy— me pecha y se marcha enfurecida. Intento ir tras ella, pero Dilan me detiene, — Déjala sola Matt, desde que llegaron ella se ha comportado grosera— me dice y sé que él tiene razón, — Anda vamos adentro con los demás— golpea mi espalda y ambos caminamos a dentro donde Jesua me entrega en brazos a Axel, — Toma a tu sobrino, voy a bailar con mi flaquito. Dilan abraza a Renata y me guiña un ojo dejándome solo con el bebé, yo lo miro mientras él se ríe, haciendo sonidos y aplaudiendo, — Bueno socio; nos de
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Capítulo ciento veintitrés: Meta conseguida.
—Me divertí mucho mi sol— su vos en mi oído sonaba cálida, — Yo también— le contesté mientras seguíamos bailando. Después de un rato, Steven comenzó a actuar distinto, deslizaba sus manos por mis caderas, hasta que yo lo detenía cuando quería ir más allá, — Vale, tranquilo— le dije sonriendo, él se acercó a mi cuello y comenzó a dejar besos firmes, acortando el espacio de tal forma que se estaba volviendo difícil poder bailar o movernos siquiera. — No me resisto— susurro nuevamente en mi oído. Su actitud me comenzaba a poner incómoda y al notar que insistía preferí alejarme de él con la excusa de tomar algo, por suerte no lo tomó a mal y fuimos a la barra donde pedimos algo. — Por fin se durmió— le dije con un tono bajo a Dilan que permanecía con Axel en brazos, — Sí, este fiestero se agotó— respondió riéndose. —Cada día está más lindo, sin duda será muy inteligente cuando crezca— le comenté y Dilan asintió chocando su cerveza a la mía. Las manos de Steven seguían
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Capítulo ciento veinticuatro: La marea trae cosas nuevas.
Después de despedirnos de la última criatura, Juno lava los platos con Jesua y yo termino de barrer y acomodar los almohadones de la zona de lectura, estoy metido de lleno en lavar el piso cuando un raro sonido me interrumpe, decido detenerme y pausar el equipo de música que está cerca de la entrada… De nuevo ese sutil ¿sonido?, mientras más me acerco a la puerta, más se apodera el pánico de mí, cuando comienzo a distinguir los pequeños llantos al otro lado de la misma, abro apresuradamente al reaccionar, — ¡JESUA! — grito angustiado cuando veo a una bebé cubierta solo con un papel en el frío suelo. Me saco la campera con apuro, acercándome a ella y la tomo con cuidado, abrazándola en mi pecho para darle calor. Cuando aparece por fin Jesua a mis espaldas me pregunta, —¿Qué sucede flaquito? Me pongo de pie y me volteo hacia él, — Un bebé— respondo como puedo, él traga saliva con dificultad al ver a la pequeña moradita envuelta en mi campera, llorando muy bajito, — Al hos
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Capítulo ciento veinticinco: Un día de mal en peor.
Él asiente y se pone a limpiar el café derramado y preparar más. Por fin vestida, tuve suerte y solo mi piel adquirió un tono más rosado por el calor; pero no me quemé, salgo del cuarto y Steven tiene una taza nueva para mí sobre la mesa, — Gracias— le agradezco con una sonrisa, — Dime Steven, ¿qué querías decirme? — tomo la taza y bebo un sorbo admitiendo que está delicioso. —Mi sol, quiero terminar esta relación— al escucharlo me atraganto con el café. Él se pone de pie de inmediato y golpea mi espalda suavemente y en un momento vuelvo a recomponerme, — ¿Por qué tomas una decisión así de la nada Steven? — le pregunto al recuperar la voz. Él suspira y se aleja de mí para responder, — No soy bobo; Fer, sé que aún estás locamente enamorada de él y no puedo competir con eso y menos después de escuchar tu conversación hace unos días. — ¿Mi conversación? — le pregunto y ahí se me prende el foco y caigo en cuenta de lo que habla, — Discúlpame no quise ser chismoso, pero c
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Capítulo ciento veintiséis: El acto barbárico.
— Ya está Jesua suéltame— insistí, pero él se negó. Matt se puso de pie y habló para todos, — Todos en esta sala saben el motivo de esta reunión, yo mismo mandé las pruebas a cada uno. Luisa lo interrumpió impidiendo que termine sus palabras, —¡Matt, no dirás nada, mira cómo me ha dejado esta idiota! Yo solo sonreí, muy quieta en mi lugar, mientras él la observó con desdén… La reunión continuó, cada uno puso los puntos sobre la mesa y la decisión fue unánime, ella sería despedida, sin veneficio monetario alguno y no pondríamos cargos en su contra. Esto era efectivo, a partir de este momento. Más ella volvió a estallar y quiso abalanzarse hacia mí de nuevo. Pero Jesua que aún me tenía prisionera, uso su cuerpo como escudo para protegerme, haciéndome girar con silla y todo hacia él. Renata, claramente molesta porque los gritos de ella despertaron a Axel, la tomó del pelo y la sentó de golpe, partiendo el respaldo de la silla; logrando que esta cayera de espaldas, — ¡No
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Capítulo ciento veintisiete: La quiero en nuestra vida.
Seguía junto a la cuna de la pequeña, aunque tenía sueño y estaba agotado, no quería separarme de ella. — ¿Cómo está la niña? — pregunto Jesua mientras entraba en la habitación, se acercó a mí y me beso, — Está mejor por suerte, duerme más tranquila ahora— le comenté con una leve sonrisa, él me miró a los ojos, — ¿Qué pasa flaquito, por qué lloras? — me preguntó al notarlo, Sabía que esperaba una respuesta de mi parte, pero yo no podía decirle lo que sentía… — Hey amor, cuéntame— insistió al ver mi negativa, — Lo siento, sé que esto te puede sonar difícil, pero…— las palabras se quedaban atoradas en mi garganta, —Pero ¿qué? — pronuncio haciendo que lo mirara a los ojos, con ambas manos sobre mis hombros, — Mañana se la llevarán y yo no quiero perderla— terminé diciéndole y comencé a llorar de nuevo, Jesua al verme así él me abrazó de inmediato, — Calma; flaquito, tranquilízate— me pidió mientras me consolaba, — Sé que nunca hablamos de adoptar, que Fausto es un
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Capítulo ciento veintiocho: Una angustiante verdad.
La semana había pasado en un abrir y cerrar de ojos y ya había sido dada de alta del hospital. Esta noche, cenaría con mi hermano y mi padre que volvió junto a mí después de enterarse lo que ocurrió. Desde que salí del hospital, no he cruzado palabras con Matt, él tiene bastantes problemas con Luisa por el desfalco y también porque se enteró de que él estuvo conmigo después de lo sucedido. Lamento haberle ocasionado problemas, pero aun así estoy muy agradecida con él. Dante pasó a recogerme a las ocho de la noche y fuimos a reunirnos con William, en un restaurante muy fino. Apenas llegamos una señorita muy mona, nos llevó hasta la mesa que nuestro padre había reservado, no pude evitar sonreír cuando noté como le coqueteaba a mi hermano y este no se daba cuenta… —Hola hija mía— William, se puso de pie y me abrazó, luego hizo lo mismo con Dante, — Bueno, tomen asiento, niños— aclaro ayudándome a sentar, era claro que tanto mi padre como Dante eran muy caballerosos. — ¿Cómo te e
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Capítulo ciento veintinueve: Decisiones difíciles.
Esa noche no pude pegar un ojo en toda la noche, me la pasé mirando el techo acostado en el sofá, ella no volvió a salir de la habitación y mucho menos a hablarme, tome mi teléfono y le mande un wuisap a Dilan y Jesua, necesitaba hablar con ellos. Sus respuestas no demoraron en caer, me esperaban en la casa de Dilan en diez minutos, volví a levantarme, guardé el sobre en mi bolsillo trasero, me puse la campera tomando mis pertenencias y salí del apartamento. Cuando golpee la puerta no demoraron en abrirme, Dilan estaba sentado junto a Renata, Jesua me hizo una señal para que entrara y ambos tomamos asiento, —¿Qué sucede chico?, te ves horrible— Jesua preguntó, escudriñándome con la mirada, — Anda suéltalo de una vez— ella siempre tan impaciente, — Luisa está embarazada— solté la bomba mirando el suelo, — ¡QUE! — gritaron al unísono los tres, — ¿Pero, estás seguro? — pregunto Dilan con apuro, — ¿Qué pruebas te dio? — Argumento Jesua, —¡Eres un imbécil! — aclaro Rena
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Capítulo ciento treinta: Una dulce y a la vez amarga despedida.
Seguía perdido en mis pensamientos cuando mi teléfono sonó en mi bolsillo y con pereza decidí ver de quién se trataba, era un nuevo wuisap de Fer, Fer: —Hola Matt, ¿hoy tienes algún momento libre?, necesito hablar contigo. Me tomé unos minutos para pensar si debía contestarle o no, pero al final así lo hice, Matt: — Hola princesa, estoy en la cabaña, hoy no iré al hospital. Su respuesta no demoró en caer, Fer: — ¿Puedo ir?, necesito hablar contigo hoy. Matt: —Bueno, aquí te espero. Cuando por fin llegué, pagué la tarifa del taxi y bajé, podía ver su auto estacionado afuera y la puerta de la cabaña abierta, saqué mi teléfono y le escribí, Fer: —Estoy aquí. Caminé hacia la entrada y me senté en uno de los escalones, estaba muy nerviosa y por más que lo intentaba no podía mantener la calma. Luego de unos minutos, pude verlo venir desde la laguna y cuando estaba a unos pasos de distancia me puse de pie, — Hola— le dije y él me dedicó una sutil sonrisa, — Hola princ
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