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Todos los capítulos de Los Matices de mi Vida.: Capítulo 111 - Capítulo 120
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Capítulo ciento once: Ganando confianza.
La tarde pasaba sin problemas, entre charlas; risas, fotos y por supuesto mucho sol y agua salada, — He chicos, espero no les moleste, pero Dilan y los demás también van a venir a vagar un rato con nosotros— Renata se ríe a carcajadas al escuchar los wuisap de Dilan que ya está que se muere por correr hacia la playa y cubrirla hasta de la arena, — Siii, quiero ver a mi corazón— aclara Luca con emoción, — Uf ustedes siempre tan melosos— intercede Lu, —Tú no digas nada que también te mueres por ver a tu galán aquí sin remera. Luca y Lu se pelean como niños mientras yo me acerco a Renata y saco un par de fotos de esta situación tan infantil, luego Renata manda un nuevo wuisap, cuando le avisan que vienen en camino, — Loquito tráeme mi jugo favorito que ya no me queda y algo fuerte para el resto, que el agua los tiene deprimidos, ja, ja. Luego de sacar unas fotos con Renata y Axel, decido sentarme alado de Steven y sacar una foto con él, él se sorprende ante esto, ya qu
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Capítulo ciento doce: El nacimiento de Axel.
— ¡DILANN! — la vos de mi esposa retumba en el apartamento, salgo despavorido hacia el cuarto encontrándola de pie en un charco realmente importante, — ¿Vi, vi, viene Axel? — pregunto estúpidamente a lo que ella responde, — ¡No idiota, solo decidí bañarme en la habitación!, ¡muévete! —, agarro las cosas con apuro y tomo su mano para ayudarla a salir del apartamento. Mientras tranco la puerta y respiro con ella, mando la alerta en mi teléfono de bebé en camino que alerta a los chicos, una vez en el ascensor, llegando al primer piso, la primera cara que veo es la de Jesua dormido agarrando las cosas para ayudarme y Luca muy despeinado tomando la mano de Renata para llevarla al auto. Al salir del edificio parecíamos una caravana, el auto de Fer va delante abriendo paso, el auto de Jesua en medio con mi loquita manteniendo la calma y riéndose de mí que estoy a punto de desmayarme de los nervios, el auto de Matt nos sigue al final y una moto conocida se nos une en el camino. Una
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Capítulo ciento trece: Perdiendo a uno y buscando a el otro.
Me encontraba saliendo de la morgue de un sanatorio privado que había pedido mi ayuda, cuando una llamada proveniente de un hospital rural me dejó sin aliento, sin demora salí apresurando mis pasos y suplicando que lo que me hayan dicho sea incorrecto. El camino se me hizo eterno, pero apenas puse un pie en la puerta, corrí a emergencias. —No, no, no— me negaba a creerlo mientras entraba en la habitación para ver a mi hermano mayor recostado en esa cama; en coma. Me acerque a él y toque su rostro, cuando las lágrimas brotaron. —¿Qué paso maldito, miserable, que haces ahí tumbado, tanto te jactabas de tu fuerza; de que ni las balas pasarían tu pecho y vengo a encontrarte así?, ¿qué hiciste Jairo? — le pregunté bajo mientras Luca, que recién había llegado apoyaba su mano en mi hombro para consolarme. En ese momento mi padre entraba en la habitación, supe que era él, por el asqueroso olor a alcohol que se percibía en el aire, — Asqueroso que te hayas vuelto una niñita—, repr
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Capítulo ciento catorce: Su rescate.
Renata parecía que danzaba con su rostro maquiavélico y su estilo único de combate, sus movimientos eran adecuados y certeros con su juguete, dejaba a más de uno con un rostro de horror cuando la acorralaban sin éxito. Dilan no se alejaba mucho de ella, ese sádico, mantenía el rostro sin una mínima expresión, mientras hacía bailar su b**e entre sus manos, golpeando y rompiendo alguna extremidad a su paso como si de palillos se tratara. Matt estaba de fiesta, tomaba impulso de lo que tuviera a su alcance y sonreía cuando los chorritos de sangre lo salpicaban, el fino crujir de la piel siendo perforada por sus puños, era música para él. Tenía la seguridad que sacaba en cada golpe la ira, enojo y rabia que llevaba acumulada por dentro. — ¡Que donde está tu jefe! — insistía, mientras golpeaba a dos a la vez, con mis puños americanos puestos, soltando varios dientes en el proceso; mientras caían en cámara lenta. Un golpe bien posicionado rompía la rodilla de mi oponente, otro más en
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Capítulo ciento quince: Un colapso de emociones.
A tres kilómetros de ahí, Matt paro el auto frente al auto de Fer, salí rápido y corrí hacia él, Steven se bajó y abrió la puerta trasera, — ¡Hermano! — exclamé, entre medio del llanto y la angustia al verlo, Juno no hizo más que abrasarme, —Sabía que irías a buscarme— me dijo con un tono bajo, — Perdóname Juno por haberme tardado tanto— sollocé, mi hermano estaba muy flaco, por sus marcas sabía que había estado en el mismo infierno, solo él sabe todo lo que tuvo que aguantar ahí adentro, me pongo de pie ayudando a mi hermano a salir del vehículo, luego observo a Steven. — Estamos a mano, buena explosión— choco mi puño con el suyo, — Ese solo fue un regalo— dice con una sonrisa. Cuando Steven se fue, nosotros nos dirigimos al hospital, mientras mi hermano era atendido, llamé a casa para avisarle a los demás que estábamos bien. Renata y Dilan se fueron a buscar a su hijo y volver a su casa, todos necesitábamos un baño, nuestro cuerpo con el tinte rojo daba asco. Matt y yo
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Capítulo ciento dieciséis: Muchas alegrías.
Cuando por fin estaciona, me dispongo a salir, pero él me detiene. Vuelvo a mirarlo y sus ojos cristalinos lo delatan, — Lo entiendo princesa, no volveré a molestarte — yo solo asiento para bajar y apurar mis pasos hacia el edificio, con el corazón encogido en mi pecho y mis manos temblorosas. Por suerte no hay nadie en casa cuando entro en mi apartamento, guardo las cosas y me encierro en mi habitación, por fin permito que las lágrimas vuelvan a escaparse, dejando que todas las emociones colapsen, solo esta vez me permito llorar, sentir y derrumbarme… Esta mañana ha sido muy especial, tres llamadas alegran un poco mi corazón, la primera es de Steven, por fin luego de estar buscándola por tanto tiempo logro dar con la testigo, una chica llamada Aurora. Él mismo se encargará de llevarla con el abogado y hacer todo lo necesario para que ella esté segura y participe en la segunda audiencia. La llamada número dos era de Dante, por fin acepto venir a trabajar en el hospital “La Nue
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Capítulo ciento diecisiete: Un momento de debilidad.
Luego de la cena, la velada continúa en la terraza y una nueva botella nos acompañaba, — Me sorprende que cocines tan bien— le digo mientras tomo asiento, — Vivir tanto tiempo solo; te obliga a aprender— sonríe sentándose a mi lado, pasándome una copa, — Hoy si puedo decir que fue un buen día— suspiro con alivio contemplando la linda noche, — Eso me alegra mi sol— me asegura tomando mi mano y dejando un beso en ella, —Sí, después de tantas cosas, aprecias un día de paz y armonía— él toma un sorbo de su copa y luego me habla, — Eso es verdad, después de terminar mis misiones de paz y volver, lo que más disfruté era sentarme afuera y estar tranquilo, sin miedo a que algo pudiera pasar en cualquier momento. La conversación seguía pacífica, cuando él me contaba algunas cosas de su vida en la milicia, era interesante escucharlo y saber que había vivido todo aquello en carne propia. Yo en su lugar no podría estar tan tranquilo y pacífico como él en este momento, con tantas
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Capítulo ciento dieciocho: La segunda audiencia.
— Dime… ¿Sigues poniéndote crema tan sensualmente? Me recosté en la cama y observé mi crema encima de la mesa de noche, no pude evitar sonrojarme al recordar las veces que terminamos juntos solo por ese hecho, siempre lo volvía loco y perjuraba que el aroma a durazno le encantaba en mí. — Se puede decir que sí. En serio; Fer, ¿vas a caer en este jueguito?, me preguntaba y rezongaba a la vez mientras escuchaba su vos ronca, sensual y respiración entrecortada al otro lado de la línea… —Cierra los ojos princesa, e imagina el calor de mis labios, recorriendo tu cuello hasta llegar a ese preciado escote, imagina que he soltado lo que llevas puesto…— un leve gemido se escuchó del otro lado de la línea, — ¿Qué más? — mi cuerpo se encendía al escucharla, no pude evitar acariciar aquella tela sobre mi pecho, — Poco a poco sigo el recorrido de tus caderas con mis manos, puedo deducir la fina tela que te cubre, me encantaría que tuviera algunas fresas dibujadas— su respiración se e
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Capítulo ciento diecinueve: La sangre llama.
Después de decir eso, ella tomó uno de los retratos y se acercó a mí, — ¿Dime este chico es el que estuvo en el juicio hoy verdad? Observo la foto y veo que señala a Dilan, — Si él es un amigo de años, más que amigos todos los de la foto nos consideramos hermanos— ella medita mis palabras y contesta, — ¿Cómo se llama? —Su nombre es Dilan— le contesto y ella vuelve a mirar las fotografías. Luego de comer algo y charlar, Steven ya tenía los pasajes para llevarla a lo de papá, era claro que no iba a viajar ella sola, Steven la llevaría personalmente, siendo su protector por si cualquier cosa llegase a pasar. —Fernanda, antes de irme me gustaría que me ayudes a hablar con el chico de la foto—aunque su pedido me sorprendió, fue muy claro para mí cuando me dio sus razones. Entonces la acompañé hasta la puerta de la casa de Dilan, sabía que ellos estaban ahí, cuando Renata abrió la puerta ambas entramos, Dilan estaba con Axel en brazos en el sillón. Me acerqué a él y tom
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Capítulo ciento veinte: La boda de Lupe.
Los meses avanzaron con prisa y el día de la boda de mi mejor amiga estaba aquí. La ceremonia por civil fue preciosa, muy al estilo de los novios, ahora al fin llegaba la hora de caminar hacia el altar. Renata, la hermana de Lu y yo somos las damas de honor, estamos junto a la novia que se ve preciosa, con aquel vestido blanco, la parte superior es cerrado y sin mangas, mientras la parte de la pollera es ancha y liza. La cola de su vestido es amplia con un precioso decorado y todo está adornado con perlas. — Que nervioss— exclama ansiosa mientras cuida el reloj, — Tranquila Lu, estás bellísima— le digo mientras nos tomamos las manos como niñas, — Tú también Fer el vestido de dama de honor, te quedo espectacular— me asegura con emoción. Todas las damas llevamos un vestido ajustado al cuerpo en un color rosado pálido, aunque cada una eligió el maquillaje, peinado y accesorios a su gusto personal. — Bueno, mis chiquis, mi mini loquito ya comió— viene a nosotras Renata con Axe
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