Magia. Así lo sentía. ¡En verdad había sucedido todo aquello! Katherine yacía aun sobre el mullido colchón, en la habitación que, a partir de entonces, conservaría el recuerdo de su inicio en la sexualidad activa. Todavía no podía creérselo, se llevó las manos a la cabeza, exhausta y extasiada por aquella experiencia sexual que el muy truhan de Daniel le otorgó sin egoísmo alguno. Su cuerpo logró experimentar un torrente de emociones que no creyó poder experimentar. Cerró los ojos, a la vez que enrojecía de vergüenza.Daniel la miró con detenimiento, apreciando su esbelto cuerpo en completa desnudez, tal como la trajera Dios al mundo. No creyó ser digno de tanta pureza en esa mujer, aun así, no pudo evitar sentirse presuntuoso, altivo y feliz, su macho emergió del fondo con orgullo del que le ofrecen algo que solo será suyo.—Eres hermosa, Ángel.—¿Se lo dices a todas después de hacerlas subir tan alto? —Ella bromeó.—Te lo digo a ti, eso es lo que importa —aclaró.Ella sonrió con reg
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