13. Enfrentando miedos, parte II
Aquel grito solo consiguió enojarlo más. Se levantó de tirón, la silla cayó tras él, haciendo un pequeño estruendo. Me rodeo y cogiéndome por las axilas, me puso de pie. Le di manotazos en las manos para que me dejara. Me dio la vuelta, pegándome a su pecho y sujetándome con las manos en mi caja torácica, con fuerza. Incline la cabeza, buscando morderlo, pero alzo la cabeza, impidiéndomelo con su gran estatura. —Nicolás, de verdad, tengo que enviarle algunas cosas a Mara. –Si no podía por las malas, debía poder por las buenas—. Por favor. A él le gustaba mi sumisión, por lo que deje de forcejear. Le encantaba tener ese poder sobre mí, sentir que podía doblegarme a su voluntad y que el único que podía decidir de manera exclusiva e irrevocablemente era él. Gruño, debatiéndose entre ser un jodido dolor de ovarios o dejarme. —Te dije que teníamos una actividad que hacer. Inhale. Sus actividades no me importan ahora, menos si suponían que se iba a divertir solo él. —Es algo tarde par
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