16. Contigo
Ese tenemos que hablar me dio más motivos para correr.

Me quede en el piso de lavado. Como no había personal para cubrir esa tarea, el lugar estaba desierto Estuve a punto de irme pues la pulcredad del blanco que la rodeaba era tal cual escenario de películas de terror.

Conseguí que uno de los empleados me bajara mi portátil y así, adelantar algo del trabajo. Por mucho que fuera la jefa, debía ponerme al día para escaparme la semana próxima para asistir a la escuela de Gaia.

Mara hacia un buen trabajo supliéndome en algunas reuniones, dejándome solo documentos importantes que debía leer y firmar. Tenía el reporte diario en mi bandeja de entrada. Todos los cruceros iban de maravilla, excepto el que se llamaba como mi hija, Gaia. Al parecer un niño de nueve años se lanzó por la proa a media noche, pudiendo eludir a los guardias. Por suerte todo fue bien, el comandante puso arreglo a las medidas judiciales que querían poner los familiares.

En el puerto, los comerciantes habían increme
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