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Todos los capítulos de Cicatrices y amargura —Luto—: Capítulo 31 - Capítulo 40
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XXXI
Sophie escuchaba atentamente, podía percibir cómo la melodía tenía un gran cúmulo de emociones, en ese momento se lograba sentir lo que expresaba en ella, todo lo que no era capaz de decir. Su angustia, su ira, alegría, dolor, sus penas, tristeza, llanto, agonía, armonía, desconsuelo, sufrimiento y su anhelo. Todo llegaba a través de su melodía, su forma de decirle adiós a su amada; dejando ir todo lo que siente como solo podría expresarlo con el piano. Una auténtica vorágine de arrebatos sobre el marfil del piano con más intensidad a cada vez, era como si desahogara de forma inconsciente toda la furia y rabia que había sofocado todo ese tiempo, tal como la última noche que tocó para su esposa. «Continúa… Déjalo ir» pensaba mientras que soltaba su frustración en un ritmo violento y feroz moviendo sus dedos a impresionante ritmo con ágiles cambios de lugar «solo déjalo ir...» Siguió así por un momento hasta que sentía la respiración pesada. Para cuando tocaba las últimas notas, Soph
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XXXII
—No lo haces... —respondió con voz profunda antes de levantarse y pararse frente a ella—, no esperaba que llegaras tan temprano. —Pues quise y ya, además ¿quién dice la hora en que debo venir? —le respondió con una sonrisa coqueta de forma involuntaria—, soy libre de ir y venir sin hora fija. Tengo permiso de lo que quiera. —Lo tienes hasta que te casas, eso decía mi madre... —respondió desviando la mirada a un lado cuando algo pareció llamar su atención—, ella siempre dice cosas como esa cuando se toman libertades... —Sophie lo miraba extrañada, estaba diferente. Algo en él le decía que podía estar escondiéndole algo. —¿Tu madre?... —Lucyan volteó hacia ella en cuanto la escuchó, apenas notaba que se le había escapado la mención de su madre involuntariamente. —Olvida que lo dije. —Pero me gustaría oírlo... Quisiera oír sobre ella. —¿Por qué? —Es la primera vez que dices algo sobre ella, cuéntame cómo es. —Sophie lo veía perturbado, con la mirada perdida, pensando algo cuando el
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XXXIII
Alice casi saltó de la risa cuando la vió caer como esperaba. —¿Te afectó verdad?, madre mía. Lo sabía. Parecía muy complacida mirando la expresión molesta de Sophie, en silencio y siendo incapaz de articular una respuesta. —Te equivocas, yo no me siento... —respondió con amargura, apretando los dientes antes de mostrarse indiferente, guardaba la apariencia sin demostrar lo perturbada que estaba. —Eso dices, pero no te creo. —No podía contener las ganas de reír en su voz, mientras hablaba en un tono cada vez más alto por la risa que se mezclaba con sus palabras. »Madre mía, Dios santo. Pero si solo fue un beso, además mírate, ¿qué creías, que no se notaba? No me lo creo, no me lo puedo creer. De verdad estás… —Sophie se moría de vergüenza por dentro en ese momento. —Es por eso que saliste tras de él antes de que se fuera con Layla —dijo ella nuevamente y se llevó una mano a la frente para evitar echarse a reír de nuevo—. Dios mío, no lo creo. Sin dudas eso a ella le producía un
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XXXIV
Sus mejillas iban ardiendo en vívido color por el enojo, la vergüenza, la tristeza, la rabia y la miseria que sentía. Lily apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando la vio pasar corriendo junto a ella sin voltear, cubriéndose el rostro con las manos. —Señorita... —murmuró Lily al verla bajar las escaleras y no detenerse sin mirar atrás, miraba a Sophie con preocupación, terminó de llegar rápidamente con Lucyan y lo miró de forma disgustada antes de hablarle—, ¿qué le dijiste? Lily estaba obviamente enojada, tanto que parecía que su respiración se aceleraba y sus ojos eran notoriamente intimidantes y tenebrosos, rechinó los dientes y se apresuró a correr detrás de Sophie, quizá la podría alcanzar si no se había marchado. Sophie quería gritar, pero se sentía incapaz. Se sentía indignada, ¿qué había pasado con el sujeto desamparado que la noche anterior se había echado en su regazo abrazándola? —Si será... ¡Idiota! —gruñó entre llantos sofocando su voz, abrió la puerta y salió encaminad
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XXXV
—Lo es —respondió ella acomodándose la chaqueta que llevaba puesta antes de dar la vuelta—, es una buena persona que no trata mal a nadie. —También está muy bien, es bastante atractivo —dijo Lana frotando su barbilla con un dedo mientras lo veía de reojo. Sophie se volvió a verla con la misma expresión nebulosa y extrañada con algo de intriga. Era cierto que Sebas tenía el atractivo que pocos hombres de su clase tenían. Aunque eso no pasaba desapercibido para ella, había una peculiar reacción silenciosa y lejana cuando le hacían mención de ello. —Sí, tiene buenas virtudes —dijo con voz distante—, tiene algo especial… —Por un breve momento pensó en Lucyan, no se podía sacar de la mente seguir anhelando lo que parecía imposible, pero también recordando que era algo que no podría tener. —Según veo sí, es bastante exitoso además —dijo Lana un poco pensativa. —Sebas es… En resumen, lo que podríamos decir el ejemplo del éxito en persona tras ser adoptado en una familia adinerada —respon
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XXXVI
—No es malo, puedes decir que lo tuyo no se lo debes a nadie, además eres modesta, no te veo por allí alardeando en las redes ni posando desnuda para revistas como han llegado a hacer otras artistas después de hacer su debut. Sophie se cubrió el cuerpo con los brazos ante la idea de que la atrevan a hacer posar para una revista donde se deba mostrar desnuda. —No gracias —respondió. —Vale, además ahora tiene dueño. —Las pupilas de Sophie se dilataron cuando abrió los ojos con bochorno. —Él no es mi… —Su voz se cortó antes de que pudiera decir lago, ¿qué iba a responder? Se quedó callada y miró para otro lado evitando que se note directamente el rubor de su cara. «¿Qué se supone que debo decir?… Prácticamente me rechazó» No tuvo tiempo de formular bien una reflexión sobre ello. En ese momento, Sebas llegó mientras limpiaba sus manos en un pañuelo antes de guardarlo en un bolsillo de su chaqueta. —Lamento la tardanza, una de las entregas traía botellas rotas y al destaparlo me manc
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XXXVII
Sophie ya no quería seguir escuchando nada de eso, quería irse. Un amargo revoltijo estrujaba su cuerpo por dentro oprimiendo sus entrañas. —¿Qué piensas hacer si eso sucede? —Sophie alzó la vista hacia Layla, desconcertada de qué decisión podría tomar, el cómo reaccionaría a ello era un tema desconocido, pero al mismo tiempo obvio y doloroso. »Lucyan ya una vez se negó a ello cuando se comprometió con Haley. —Sophie miraba confundida a Layla, ¿Lucyan y su hermana se habían casado por ese motivo? Explicaría lo apresurado de casarse tan pronto aún tan jóvenes. —¿Cómo que decidió comprometerse con Haley por eso? —Cuando estaban juntos si no se hubiera casado con ella antes los hubieran hecho separar —respondió—, Lucyan es un Novak, su familia se toma muy en serio las conexiones matrimoniales, no aceptan a cualquiera. —¿Dices que mi hermana para ellos fue cualquiera? —habló con un brote de enojo. —No en realidad, como no la conocían podrían haber hecho separarlos antes de que se con
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XXXVIII
En su mente pensaba, si tan solo Lucyan hubiera podido ser más abierto y menos desconfiado y receloso. Como lo era Sebas; afectuoso, alegre, y juguetón a veces. Pero en realidad detrás de ello, Sophie no quería que él cambiara nada de eso, porque lo hacía ser quién él es. Como en un frágil cristal ante el mínimo roce de un pequeño golpe, esa idea se volvió una pequeña grieta desapercibida que en algún momento abriría una fisura entre lo que pensaba. Algo que podría convertirse en una futura confusión. Esas dudas y emociones contradictorias creaban una distorsión en sus ideas. Nublaban su conciencia abriendo abismos dentro de la poca estabilidad que había logrado mantener dominada. Al irse a dormir llevó con ella esas emociones en el inconsciente. Poco a poco sus sueños fueron tomando forma cuando cayó en el entorno de surrealidad etérea que era su mente en ese momento. Tuvo una serie de sueños irreconocibles sin orden, disparejos y en caos que se descontrolaban como la marea de una
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XXXIX
La mirada de Lucyan cambió al verla, estaba perplejo y el mundo se detuvo por completo. Su disgusto se había esfumado, sus ojos no se apartaban de los de ella. Lily se paró junto a Layla al mismo momento que volteó a verla, también se reía en silencio disimulando e hizo un ademán moviendo a los lados su mano, Layla se encogió de hombros como respuesta. La expresión atónita y perpleja de Sophie, bastaba para que eso le paralizara el mundo y se quedara congelado contemplando su mirada, atento de sus grandes ojos cristalinos, sonrojadas mejillas y cabello suelto cayendo ondulado por su espalda. «Está aquí...» fue lo único que él llegó a pensar mientras la veía de pie frente a él. En ese momento parecía que un abismo los separaba. Aunque por impulso, tenía el instinto de ir más cerca. Había algo que le frenaba los pasos de hacerlo. Sophie parecía dudar las cosas anteriores y querer ir donde Lucyan estaba. Seguía ardiendo con fuerza en ella la intensidad de querer verlo como estaba ahor
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XL
—Permítame la siguiente pieza. —En los fríos ojos de Lucyan, así como también en los de Sebas, destellaban los brotes de una evidente rivalidad. —¿Lucyan?, ¿pero qué…? —murmuró Sophie desconcertada, mirando la situación que pasaba ante ella. —Por favor, permítame bailar la siguiente pieza con la señorita —repitió Lucyan de modo firme con voz segura, actuando con formalidad y educación a pesar de el ronco gruñido que se mantenía prisionero en su garganta. Sebas parecía igualmente disgustado, Layla desde el lugar donde estaba observaba con interés y atención el momento llena de intriga, mientras permanecía en su rostro esa sonrisa que había llevado desde que todo empezó. —Lamento decirle que no me agrada la idea —respondió Sebas. —Y yo no estoy dispuesto a escuchar un no como respuesta. —La forma que se fulminaban con la mirada los hacían parecer dos lobos peleando por una oveja. —¿Qué rayos haces Lucyan? —Sophie se giró y trató de irse de allí, incómoda por la situación que pasaba
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