Sophie escuchaba atentamente, podía percibir cómo la melodía tenía un gran cúmulo de emociones, en ese momento se lograba sentir lo que expresaba en ella, todo lo que no era capaz de decir. Su angustia, su ira, alegría, dolor, sus penas, tristeza, llanto, agonía, armonía, desconsuelo, sufrimiento y su anhelo. Todo llegaba a través de su melodía, su forma de decirle adiós a su amada; dejando ir todo lo que siente como solo podría expresarlo con el piano. Una auténtica vorágine de arrebatos sobre el marfil del piano con más intensidad a cada vez, era como si desahogara de forma inconsciente toda la furia y rabia que había sofocado todo ese tiempo, tal como la última noche que tocó para su esposa. «Continúa… Déjalo ir» pensaba mientras que soltaba su frustración en un ritmo violento y feroz moviendo sus dedos a impresionante ritmo con ágiles cambios de lugar «solo déjalo ir...» Siguió así por un momento hasta que sentía la respiración pesada. Para cuando tocaba las últimas notas, Soph
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