—Oh, bueno... Por nada es solo que, estás un poco nerviosa, y cuando dijiste eso de ahora parece que estabas a punto de orinarte encima, tu cara esta más roja que el mantel, ¿anda todo bien? Por reacción, las mejillas de Sophie se pintaron antes de que pudiera contestar claramente y lo negara con expresión un poco nerviosa. —Ah, sí. No es nada, solo son algunos asuntos personales, pero no entiendo por qué dicen que estoy actuando rara. —Porque lo estás, es sospechoso, pero hace un tiempo que noto que hay un ligero cambio en tí. Parece que nos hubieran cambiado a nuestra linda y tierna niña. Estás un poco diferente. —Ay vamos por favor no seas infantil, de ninguna forma puede haber cambiado tanto, es decir mírala, es la misma de siempre —repuso su amiga señalando a Sophie—, un poco desorientada del mundo talvez, pero todo parece estar bien. —Vaya, gracias Doria, eso sí que ayuda, pero no sé a quién —se quejó Sophie con sarcasmo. —Aunque también creo que ocurre algo más que no nos
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