El sábado, después de mucha indecisión, salió a casa de Hamilton Walsh, quedaba en el sector más exclusivo de la ciudad. En el portón la recibió un guardia quien le pidió sus documentos y le hizo un escaneo a la cara.―Puede pasar, debe seguir el camino de la derecha, no se desvíe ―le advirtió con seriedad.―Gracias.Avanzó despacio, no quería equivocarse de camino. Llegó a salvo a la casona, era una enorme mansión muy lujosa y moderna, con enormes ventanales y decorados pilares.Hamilton la esperaba con una gran sonrisa, estaba solo. Diana no sabía si él tenía esposa, no la mencionó en su conversación. Quizá, ella no estaba de acuerdo en casar a su hijo con una total desconocida. Diana pensó que, si era así, le haría un gran favor, ya se estaba arrepintiendo.―Hola, querida,
Leer más