CAPÍTULO 1.De lo que sí estaba segura en aquel entonces, era que, si no lograba juntar suficiente dinero aquella noche trabajando como mesera, aunque sea unos centavos, me iba a suicidar.Bueno, pero incluso si los ganaba lo haría de todas formas.Y no lo decía como un pensamiento que luego se esfumaba. Lo decía en serio. Mi desesperación era tan grande que las ganas de vivir se habían marchitado hace ya tiempo, y no había algo que pudiera hacerme cambiar de opinión.Hace días no comía como una persona decente. En el trabajo donde estaba no me pagaban como debían. Sólo ganaba unos treinta dólares al mes. Que, por cierto, ya se me habían agotado y sólo me quedaba revolver en la basura de la casa de comida para poder rescatar algo para mi estómago.Entre pagar los servicios de un departamento asqueroso y tratar de comer, no hab&iacu
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