Prólogo
Si el destino te pide a gritos que te alejes de lo que supuestamente crees que es bueno para ti, es porque aún no has agudizado tus oídos. Es porque aún no modificaste tus sentidos.
Si alguien me hubiera advertido que él no era para mí, con pruebas específicas, seguro hubiera echado a correr. Me hubiera alejado, me hubieran advertido. Yo no estaría seguro en el estado que estoy ahora.
Sin embargo, nadie me ha demostrado lo que yo necesitaba para creer, para confiar. Ojalá lo hubiera sabido. Pero creer en él de cierta forma me salvó.
E aquí una historia que rompió mi corazón...
CAPÍTULO 1.De lo que sí estaba segura en aquel entonces, era que, si no lograba juntar suficiente dinero aquella noche trabajando como mesera, aunque sea unos centavos, me iba a suicidar.Bueno, pero incluso si los ganaba lo haría de todas formas.Y no lo decía como un pensamiento que luego se esfumaba. Lo decía en serio. Mi desesperación era tan grande que las ganas de vivir se habían marchitado hace ya tiempo, y no había algo que pudiera hacerme cambiar de opinión.Hace días no comía como una persona decente. En el trabajo donde estaba no me pagaban como debían. Sólo ganaba unos treinta dólares al mes. Que, por cierto, ya se me habían agotado y sólo me quedaba revolver en la basura de la casa de comida para poder rescatar algo para mi estómago.Entre pagar los servicios de un departamento asqueroso y tratar de comer, no hab&iacu
CAPÍTULO 2MAX VOELKLEIN.—Ay no —musitó Max al ver que ella ya había logrado subirse y colgarse.Fue casi automático que el joven rodeara el cuerpo de la chica con sus brazos a la altura de las caderas para sacarle el cinturón (milagrosamente) y así, tirar de su cuerpo y dejarlo caer en la cama. No tuvo que recurrir a la hebilla para sacárselo. Ni siquiera tuvo que esforzarse para sacarla del aire.Max la observa desmayada en la cama, sin saber qué hacer. Respira. Lo importante es que respira. Tiene la cabeza a mil por hora. Se pasa una mano por la frente y se acerca a ella con temor a despertarla. Frunce el ceño.Está desmayada. Le toma la delgada muñeca y para revisar su pulso. Luego verifica lo mismo colocando dos dedos sobre garganta. Es como si estuviera dormida...Entonces la oye decir en voz baja:—Yo también quiero ser feliz.
CAPÍTULO 3MAX VOELKLEIN.Soy un imbécil.Soy un imbécil.Soy un imbécil.¿Ya he dicho que soy un imbécil?¿C&oac
CAPÍTULO 4.—¡Tú! ¡¿Cómo te atreves a presentarte con esos harapos y junto a mi hijo?!Sus ojos color mierda me desvistieron con la mirada y la sorpresa de su rostro fue grato de grabarla y pasarla en una pantalla grande. La furia lo dominó y su asqueroso rostro que tanto recordaba y me daba pesadillas por la noche, me hicieron sentir pequeña. Lo miré a Max y luego a él, levanté mi vestido rojo y salí de allí, con el corazón congelado, aterrado. CAPÍTULO 5Max Voelklein.Ada me odia. Lo sé. La cagué horrible ¿cómo se me ocurrió llevarla a casa de mis padres sabiendo lo egocéntricos que son? Estoy seguro que no volverá a dirigirme la palabra. Estoy listo para ser rechazado. Tendré que, quizás, mantener distancia. Me voy a volver loco. No puedo manejar la situación por más que lo desee. Desde un principio tuve que acudir a un profesional para ayudarla, no ofrecerle tal estupidez de que sea mi sugar baby para mantenerla a mi lado y que no intente suicidarse otra vez.No sé cómo enfrentará ella toda esta situación de mierda por mi culpa. Cuánto más quiero ayudarla, más la cago.Eres un imbécil Max.Tengo nauseas, estoy nervioso viajando junto a ella en el coche a su apartamento. No me habla. Me mandara a la mierda. Me mantengo callado porque no quiero moleCapítulo 5
CAPÍTULO 6Los rayos del sol fueron los que no me dejaban dormir y me daba pereza levantarme a cerrar las cortinas. Por el peso de la cama, supe que Hardi seguía durmiendo en ella y cada tanto lo escuchaba hablar dormido. El nombre de Beth seguía presente hasta en sus sueños y eso me causaba algo de escalofríos ya que, el amor que le tenía a ella podía ser tan evidente como asustadizo. Eso también me causaba ternura.El amor no me daba buena espina, aunque a veces necesitaba ser amada y amar. No quería ponerme a pensar en el amor en plena mañana. Me senté en la cama, refregándome los ojos y preguntándome si debía despertar a Hardi, quien dormía boca abajo, con la cara pegada a una almohada que había llenado de saliva. Maldición, Hardi.Eso me hizo reír en silencio.Colocándome la playera gris que llevaba puesta la noche ante
CAPÍTULO 7Capítulo siete.Demonios, no sabía si me encontraba con la pinta correcta. El día anterior me había comprado una falda a cuadros amarillos y negros, con una camiseta blanca y unas converse. Era una combinación casual, cómoda. Como para salir a pasear por la ciudad.Activé la cámara delantera del celular para lograr obtener una imagen actual mía y usarlo como espejo. Puse varios mechones rebeldes por detrás de mi oreja y retoqué mi labial rosa.Quizás si él llegaba, hablaríamos acerca de su inesperada propuesta. No sabía si aceptar o no ser su sugar baby. Sentía nervios, muchos.Pasaron treinta minutos cuando lo vi subir las escaleras, con una bandeja en sus manos con un desayuno.Me miró. Lo miré. Una sonrisa floreció de sus labios y eso fue contagioso, haciendo que yo sonría tambi&eacu
CAPÍTULO 8Capítulo ocho.Era tan sencillo caer en las tentadoras propuestas de Max y tan difícil salir de ellas.Lo único en lo que pensaba era que aquello me podría catapultar al éxito en cualquier universidad que eligiera, él tenía mi futuro en sus manos y yo me ocuparía de utilizarlas a mi favor.—No pretendo ningún tipo de relación personal y no pretendo tampoco llegar a sentimientos profundos. Si eso ocurre, te desearía buena vida, Ada—me dijo él, revolviendo su café y asi llevárselo a la boca, sosteniendomé la mirada.—Creí que éramos amigos—le recordé, extrañada.—Pasamos a un nivel más alto que eso Ada ¿no crees?Asentí con lentitud, en silencio.—Este tipo de relación…¿implicará follar?Por