Si morir significaba alejarme de él, yo ya estaba muerta desde que lo conocí. Me fue sorpresivo encontrármelo de nuevo y no hubiera imaginado nunca, luego de alejarnos, que terminaríamos así; bailando bajo guirnaldas y decoración navideña en una casa gigante ubicada en un barrio privado.
El dinero estaba por doquier, vestidos, trajes caros, relojes y celular caros. Me era imposible entender cómo había llegado allí luego de estar días sin comer y horas sin dormir.
Me sentía afortunada.
—¿Cómo has estado?—me pregunta Max, con tono tranquilo mientras la música nos lleva a un vals inesperado—. Tapeaste la ventana de tu habitación. Así que, no sé sinceramente cómo has estado—carraspeó, como si lo hubiera recordado.
Mi rostro se acaloró
Fue algo cómico ver cómo ambos se acercaron a mí como si fueran amigos entre ellos de toda la vida. Max se puso a mi derecha y Adam se puso a mi izquierda. Los dos con sus copas y con un ánimo tan feliz que me resultó chistoso.Me crucé de brazos, esperando a que alguno de los dos dijera algo. Parecían drogados contentos. Maldición. Ojalá ese té me lo hubiera bebido yo. Me llevé una mano a la boca, tratando de ocultar una sonrisa estúpida por lo tentada que estaba de risa.El primero en hablar fue Max.—Algún día Tom se comerá a Jerry, Silvestre a Piolín y yo a ti—me miró, guiñándome un hijo.—Veo que la hora de los halagos ha llegado —sentencie, luego de apretar los labios y menear con la cabeza.—¿Eso es lo mejor que tienes, anciano? —se
—Max…—musité, con un enorme nudo en la garganta y buscando una explicación en sus preciosos ojos caramelo.—Viaje a Chicago con la única intención de proponerte matrimonio porque no pienso perderte de nuevo, Ada Gray—me dijo, con voz dulce—. Sólo quería estar seguro de que tu amor por mí era genuino como para arriesgarme por ti. Arriesgarnos juntos. Quiero pecar contigo para toda la vida amor mío y demostrarles a los dioses que están lejos de separarnos. Esta es mi fantasía más oculta: proponerte matrimonio.Lo miré, anonadada. Separé mis labios incontable veces para decir algo, pero no salía nada de ella. Muda, lo observé y una sonrisa floreció de mis labios, la cual cubrí con mis manos.Oh mi dios, oh mi dios.—¡Sí, sí quiero! —grité, inv
Viajé a New York en primera clase junto a MaxVoelklein. Los asientos eran tan cómodos y la comida era tan exquisita que me tenía fascinada.Me despedí de Adam con un fuerte abrazo y lo dejé en compañía deMiranda. Habían pegado tanta buena vibra los dos que no paraban de estar juntos y habían acordado pasar año nuevo pegados. Me fui contenta. Fue doloroso ver el rostro de Adamcon cierto dolor cuando le dije le propuesta de Max, pero se alegró por mí.—¿Más whisky señorVoelklein? —le ofreció una azafata detez pálida y ojos verdes, quien no había parado de coquetearle desde que se sentó en su asiento.Había guardado silencio para no armar escándalo, pero ya era insoportable. Max se había comportado de manera respetuosa y distante con ella. Pero a la azafata no pa
A la mañana siguiente me desperté en los brazos de Max, acurrucada en su pecho y sin ánimos de levantarme. Verlo dormir me encantaba. Tenía un rostro tan guapo que podía apreciarlo mejor cuando se encontraba dormido, ya que me dejaba ver cada detalle sin ser interrumpida o intimidada por sus profundos ojos caramelo.Acaricié su rostro de facciones perfectas y sin pensarlo dos veces, deposité un beso en sus labios inmóviles.Me levanté, me puse una de sus playeras rojas tiradas en el suelo y me dirigí al baño, lanzando un gran bosteza y estirando los brazos. Todo marchaba bien y mis energías estaban renovadas.No podía dejar de mirar mi anillo. Tenía una piedra de diamante blanco y tenía grabado mi nombre y el de Max. También, una frase que se había vuelto mi favorita “pecar contigo toda la vida”.Era si
❀❀❀❀❀❀❀❀❀❀❀❀❀❀❀❀❀❀❀❀❀Mi amado Max:Con un profundo dolor en mi alma rota y con mis sentimientos deteriorados, te escribo a puño y letra, con mis ultimas fuerzas, que yo sin ti no puedo seguir. No puedo avanzar, no hay dirección a la cual aferrarme si no te tengo. Me siento como el primer día, como aquella vez en la que estaba metida en un profundo hoyo negro, buscando una soga a la cual sujetarme y tú, me salvaste ¿lo recuerdas mi amor? Pero hoy, cariño mío, no ocurrió.Me llevaré conmigo la última sonrisa tuya, la última mirada y tu carcajada que tanto me gustaba escuchar, mi bella zanahoria. Mi bello amor.Te amaré en alguna parte, en donde quiera que esté, te amaré y besaré entre sueños, sin importar nuestro desenlace. Aquella noticia que nos abatió no la soporté, no la quise oír, pero estab
PrólogoSi el destino te pide a gritos que te alejes de lo que supuestamente crees que es bueno para ti, es porque aún no has agudizado tus oídos. Es porque aún no modificaste tus sentidos.Si alguien me hubiera advertido que él no era para mí, con pruebas específicas, seguro hubiera echado a correr. Me hubiera alejado, me hubieran advertido. Yo no estaría seguro en el estado que estoy ahora.Sin embargo, nadie me ha demostrado lo que yo necesitaba para creer, para confiar. Ojalá lo hubiera sabido. Pero creer en él de cierta forma me salvó.E aquí una historia que rompió mi corazón...
CAPÍTULO 1.De lo que sí estaba segura en aquel entonces, era que, si no lograba juntar suficiente dinero aquella noche trabajando como mesera, aunque sea unos centavos, me iba a suicidar.Bueno, pero incluso si los ganaba lo haría de todas formas.Y no lo decía como un pensamiento que luego se esfumaba. Lo decía en serio. Mi desesperación era tan grande que las ganas de vivir se habían marchitado hace ya tiempo, y no había algo que pudiera hacerme cambiar de opinión.Hace días no comía como una persona decente. En el trabajo donde estaba no me pagaban como debían. Sólo ganaba unos treinta dólares al mes. Que, por cierto, ya se me habían agotado y sólo me quedaba revolver en la basura de la casa de comida para poder rescatar algo para mi estómago.Entre pagar los servicios de un departamento asqueroso y tratar de comer, no hab&iacu
CAPÍTULO 2MAX VOELKLEIN.—Ay no —musitó Max al ver que ella ya había logrado subirse y colgarse.Fue casi automático que el joven rodeara el cuerpo de la chica con sus brazos a la altura de las caderas para sacarle el cinturón (milagrosamente) y así, tirar de su cuerpo y dejarlo caer en la cama. No tuvo que recurrir a la hebilla para sacárselo. Ni siquiera tuvo que esforzarse para sacarla del aire.Max la observa desmayada en la cama, sin saber qué hacer. Respira. Lo importante es que respira. Tiene la cabeza a mil por hora. Se pasa una mano por la frente y se acerca a ella con temor a despertarla. Frunce el ceño.Está desmayada. Le toma la delgada muñeca y para revisar su pulso. Luego verifica lo mismo colocando dos dedos sobre garganta. Es como si estuviera dormida...Entonces la oye decir en voz baja:—Yo también quiero ser feliz.