Samantha suspiró profundo, luego pasó su mano por la cabeza de su niño, acariciando los pequeños rizos castaños que asomaban, entonces el bebé abrió sus párpados mirando a su madre, quien sonrió con gran emoción; Óscar Francisco, pestañeó un par de veces, y así Sam, pudo notar que tal vez tendría el color de ojos de su esposo, sonrió, enseguida se inclinó para besarlo en la frente, notando que el bebé se parecía mucho a su padre. Óscar se acercó y apreció su ojito abierto, sonrió con emotividad y miró a Sam.—Es mi imaginación o su color de ojos es parecido al mío —cuestionó presionando sus labios con ilusión. — ¿O estoy alucinando? —cuestionó.Sam observó al bebé con infinita ternura, centró su atención al instante que parpadeaba. —Por fin nos conocemos, así que vos sos el que me pateaba con tanta fuerza, y convertiste en un marrano a tu papá, creo que tendrás sus mismos ojos de miel —expresó sonriendo, y suspirando, tomando uno de los deditos de su hijo entre los suyos, mirándolo
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