Capítulo ochenta y dos Mis ojos brotan lágrimas amargas que quiero quitar con mis manos, pero no puedo, en cada lugar donde me golpeó siento como si me hiriera internamente cortándome toda, —Tengo un trato para ti. Eres fuerte y si no quieres pasar toda tu vida aquí, si no es que te mato antes, dirigirás a los guerreros ante todas las batallas —niego y sonrío. —Mátame, total no me importa, allá en el mundo demoníaco tendré a mi otro mate y me casaré con él, lo que estoy es esperando mi muer...—toma mi barbilla con fuerza —mientras más lo haces, más me matas, mientras no coma, mas rápido moriré, más rápido estaré con él —crece de una manera impresionante y agarra mi mandíbula entera —Eres extremadamente terca y necia, ¿Por q
Leer más