Capítulo setenta y nueve Mi cuerpo se siente relajado, descansado, feliz en pocas palabras. Me levanto de la cama y entro al baño para hacer mi rutina matutina: cepillarme los dientes, bañarme y salir. Una vez hecho todo esto voy hasta el armario y me pongo lo primero que veo. Saco un collar de la estantería y me pongo el mismo reloj que he tenido estos días. Me obervo en el espejo antes de salir y busco por todo el lugar mi bolsa, tomo el móvil de la mesa de noche y lo meto al bosillo del pantalón. Mochila, mochila, mochila, ¿dónde estás? Mochila... Tareas... Busco por todas partes desordenando todo a mi paso, salgo corriendo hacia el segundo piso y entro a el despacho del señor ricachón. —¿Wade, no has visto mi bolsa?—mi voz se va apagando
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