Capítulo sesenta y seis Cierro mis ojos y me dejo llevar por la brisa fresca y el silencio, mis ojos se vuelven pesados y mi cuerpo se debilita poco a poco, mi madre me sacude y yo no respondo, todo lo siento muy lejano. Por lo poco que puedo ver llegamos a la carretera y hay diez chevrolet negros cuatro por cuatro estacionados, mi madre me hace bajar de ella y se transforma quedando desnuda a mi vista, abre una camioneta, saca una camisa negra y toma de una bolsa un frasco de alcohol y le tira. Corriendo hacia mí me la pone en la cara y reacciono por el fuerte olor a alcohol y lavanda que tiene la camisa. Sin duda es de Wade. —Que susto que me das siempre —ella se asienta a mi lado—No puedo creer que quieras a Matías, no te preocupes de seguro no te contesto porque estaba sorprendido igual que yo y sobre la manada, las perdi
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