Capítulo sesenta y cuatro
Lo pierdo de vista y con cada paso nos acercamos a una camioneta negra de espejos oscuros—No tengas miedo, no muerdo preciosa —su aliento choca en mi cuello mandándome pequeños escalofríos a todo el cuerpo.
—¿A dónde vamos? —uno de los tipos grandes abre la puerta trasera de la camioneta y no dudo en entrar.
Por alguna extraña razón él me inspira confianza.
—A cenar, ¿no puedo? —sube y cierran la puerta, lo único que nos alumbra en el auto son las luces del exterior que pasan por los vidrios polarizados, el auto se pone en marcha y un silencio reina en el interior—¿Por qué decidiste venir conmigo?—observo su rostro serio en cada momento.
Suspiro—Yo soy un tanto diferentes a las chicas cuando tien
Capítulo sesenta y cincoCristales y aullidos desgarradores es lo que escucho desde hace tres horas aparte de un agotamiento en todo mi cuerpo.Pasos fuertes se escuchan por todo el lugar haciendo eco en mis oídos, de repente un dolor inmenso se instala en mi brazo izquierdo y no escucho más nada tratando de llegar a mí.Sara, es hora de que dejes de ser la damisela en peligro y muestres tu naturaleza.Me harté.Rompo la cadena que me tiene atados los pies y camino decidida hasta la puerta, de un solo golpe la abro y todos los que están luchando en el pasillo me miran sorprendidos.Sin ningun otro camino que tomar paso por todos ellos haciendo una fila de hombres a mis costados hasta llegar a la puerta que da al exterior.Ninguno se ha atrevido a tocarme y lo entiendo,
Capítulo sesenta y seisCierro mis ojos y me dejo llevar por la brisa fresca y el silencio, mis ojos se vuelven pesados y mi cuerpo se debilita poco a poco, mi madre me sacude y yo no respondo, todo lo siento muy lejano.Por lo poco que puedo ver llegamos a la carretera y hay diez chevrolet negros cuatro por cuatro estacionados, mi madre me hace bajar de ella y se transforma quedando desnuda a mi vista, abre una camioneta, saca una camisa negra y toma de una bolsa un frasco de alcohol y le tira.Corriendo hacia mí me la pone en la cara y reacciono por el fuerte olor a alcohol y lavanda que tiene la camisa.Sin duda es de Wade.—Que susto que me das siempre —ella se asienta a mi lado—No puedo creer que quieras a Matías, no te preocupes de seguro no te contesto porque estaba sorprendido igual que yo y sobre la manada, las perdi
Capítulo sesenta y sieteSus labios son como droga adictiva, sus manos recorren cada centímetro de mi piel tratando de grabarla en su mente. Enredo mis manos en su cabello y tiro de él ligeramente, sus labios estan rojos y sus pupilas dilatadas que se juntan con la respiración acelerada de los dos.Pego mi frente con la suya y bajo a su cuello para seguir con mi ataque ahí, mi cadera comienza a moverse sola cuando siente el prominente bulto en medio de mis piernas, gemidos involuntarios salen de mi boca haciendo que su agarre en mi cintura sea más fuerte y su respirar más pesado.Paso mis manos por sus costados sintiendo toda esa firmeza y dureza de sus músculos, sonrío. Bajo mis manos hasta el cierre de su pantalón y lo desabrocho, sin dejar mi ataque en su cuello meto mi mano dentro y toco su miembro directo.Me separo un poc
Capítulo sesenta y ochoEl viento fresco pega en mi cara llenandome de tranquilidad, los últimos rayos de sol pegan en mi rostro y con cuidado abro mis ojos dandome un panorama espectacular de los arboles pasando a nuestro alrededor—Buenas tardes-noches mi amada—sonrío.—Buenas tardes-noches mi Ricky Ricón —volteo hacia él y restriego mis ojos —¿a dónde vamos? —su mano izquierda permanece en el volante y la derecha viaja a mi mejilla.Despega la mirada de la carretera y me observa por un segundo—a casa, claro esta ¿no? —su rostro está fresco como una lechuga, porta una camiseta interior blanca con un bermudas de color kaki.¿De a dónde saco la ropa?Miro mi aspecto y me escuentro con un vestido playero negro corto sujeto a mi cuerpo—&i
Capítulo sesenta y nueveEs otro día.Observo a Wade durmiendo plácidamente a mi costado. Hoy también se ve tan lindo como siempre.Salgo de la cama con cuidado de no despertarlo y camino hacia el baño para hacer mi rutina matutina: primero, lavar la cara, luego; cepillar mis dientes y tomar una ducha.Quito mi ropa y la dejo en el suelo tirada, ayer después de lavar mi boca por horas se fue el repugnante olor a ajo y cebolla y ese asqueroso sabor de mi paladar, fue horrible tener que restregar y restregar para quitarlo, no sé como Wade soporta tomarlo sin que le afecte.Mis pies se desvían al jacuzzi, unas grandes manos me sujetan por la cadera y doy un pequeño brinco en mi lugar —Es lindo tener este hermoso panorama — niego y sonrío, muevo mi cuerpo para soltarme e inmediatamente m
Capítulo setentaSuspiro resignada—Que difícil es esto —me levanto y tomo el reloj en mis manos.GenevaCuanta gente no quiere algo asi de bonito y yo solo quiero desaparecerlo de mi vista. Me lo coloco y me observo de pies a cabeza en el gran espejo.Estoy gritando por los poros: soy una niña fresa, mírenme.Niego sonriente y camino fuera de la habitación, una de las mucamas me saluda al sentir mi presencia —Buenos días, Luna— levanto la cabeza y un intenso calor se posiciona en mis mejillas —¿Cómo está?—su voz baja y sus ojos sorprendidos me miran de arriba a abajo.—Bien, gracias por preguntar.La otra sale de la habitación de al lado y al verme detiene su boca —Luna, hoy está muy hermosa.&n
Capítulo setenta y unoPov Wade—¿No se supone que Matías debe estar en el Dhall Holdings?—ella me mira expectante y se aferra al cinturón de seguridad.—Mi padre lo remplazó hoy, quiere ver como estan mis acciones y socios cercanos ya que son sus amigos por así decirlo —me encojo de hombros.—Baja la velocidad, podríamos chocar o bueno, podrías chocar—desde que salimos no ha hecho otra cosa que decirme que nos estrellaremos.Suspiro resignado y bajo un poco la velocidad dejando que Matías me pase y tome la delantera—muchas gracias, Ricky Rincón—extiende una de sus manos y desordena mi cabello.Sonrío—¿Por qué no te gusta mucho la adrenalina? —abre sus labios, sus carnosos labios para resp
Capítulo setenta y dosCamino al capó del carro y tomo asiento sin dejar fijar mi objetivo —hermano, ¿por qué te tardaste tanto? sé que a Sara no le gusta la velocidad porqué Elizabeth me dijo, pero ¿no la pudiste convencer? Mira que hasta el idiota de Isaac te alcanzo—observo al par de payasos sentados en el capó de sus autos.—Sí, ¿por qué tardaste tanto en convencerla? —mi mente ignora por completo sus comentarios.Ahora en lo que pienso es en las minorías de posibilidades de que ella este embarazada.Es una demonio, es casi imposible la posibilidad.Tú lo has dicho. Es casi imposible, pero eso no significa que no pueda estarlo, además, estas consciente de que te corriste dentro de ella, ¿cierto? Con ese punto te lo dejo.