Daniel Odiaba estar encerrado en casa, lo odiaba sobremanera, no poder moverme con toda la libertad que estaba acostumbrado desde hacía tantos años, los días se me iban del sofá a la cama y viceversa. Y lo peor de todo, era cuanto la extrañaba, estar en la cama me la recordaba a cada segundo, su olor estaba impregnado en las sabanas, en sus cosas en el baño, en la pequeña cantidad de ropa que había en la gaveta que le di, cerraba los ojos y recordaba las noches que pasamos juntos en mi cama, que se volvió nuestra, ya no sé qué hacer, siento que me asfixio dentro de la habitación, en la sala, en la cocina y comienzo a pasar las tardes sentado en el balcón, observando la profundidad del mar Caribe que puedo apreciar desde donde estoy sentado. Me pierdo el azul del mar y en lo profundo de mis pensamientos, en todo lo que debí de decirle, en todos esos sentimientos que tengo por
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