Hacía unos días que Daniel no se quedaba a dormir, solo nos estábamos viendo en la oficina o yo iba a su casa cuando Leia estaba en casa de Arturo, me sorprendió bastante cuando lo vi aparado en mi puerta, con aquella sonrisa suya de lado.
–Hola– dijo, se inclino y me beso en la mejilla derecha– ¿Cómo estás? – lo mire perpleja. –¿Quieres ir a cenar? O nos podemos quedar– algo dentro de mí se calentó en aquel momento, no, no quería ir a ninguna parte porque quería que estuviera solo para mí, porque, aunque no lo diría lo había extrado muchísimo. Me hice a un lado y lo dejé pasar. –¿Te comieron la lengua los ratones? – se paro justo frente de mí, mirándome fijamente a los ojos, me mordí el labio– bueno… nos quedamos entonces. –Sí– dij–Hola– levante la mirada de la pantalla, Daniel estaba parado en la puerta, sosteniéndola con una enorme sonrisa en sus labios.–Hola– lo mire intrigada, fue tan solo unos días atrás que me conto lo que su hermano pequeño y desde entonces no volvimos a tocar el tema, aunque quisiera saber más, cómo estaba ahora que me lo había contado, si algo cambio el que me hablara de aquello.–¿Estas muy ocupada?–No, solo estoy revisando los estados financieros que me han enviado de finanzas.–Ya– chasqueo con la lengua– ¿Puedes venir conmigo un momento? Quiero mostrarte algo.–Sí– cerré la pantalla de mi ordenador y me puse en pie, bajándome la falta. –¿Qué quieres enseñarme? – le pregunte cuando llegue hasta donde estaba.–No te diré hasta que estemos all&iac
Iba a hacerlo, iba a pasar todo el fin de semana con Daniel en New York y mientras el viernes en la noche me subía a un avión a su lado el estómago se me removía como si quiera vomitar, me encontraba nerviosa y ansiosa a la vez, queriendo tirarme por la ventanilla, al mismo tiempo deseaba recostarme de su hombro, él llevaba todo el camino inmenso en una revista de autos, de vez en cuando le echaba una miradita a lo que veía. No nos habíamos dicho nada desde que nos sentamos y estábamos a casi 30 minutos de llegar a nuestro destino y ya no sabía qué hacer para matar el tiempo. Tomé una respiración profunda y cerré los ojos. Dejando ir mis pensamientos una y otra vez, dándole mente a las cosas que ocurrieron en los últimos días, qué días, en los últimos meses, como Daniel había puesto todo mi mundo de cabeza, pero a la vez me centro en lo que impo
En las últimas semanas, luego del viaje a New York, Daniel y yo no nos habíamos dado mucha tregua, estábamos más unidos que nunca, y yo me sentía tan bien de tenerlo ahí todo el tiempo. En el único momento que nos separábamos por varias horas era los sábados, porque esas horas eran dedicadas a compartir con Remy, algunos días llevaba a Leia y después de nuestro desayuno nos íbamos de comprar y paseábamos por ahí, hablando de todo y de nada a la vez. Ella se veía realmente bien, traía unas cuantas libras más y parecía muchísimo mejor que cuando empezamos a vernos, nosotras nos realmente estábamos unidas ahora, lo mejor de todo era que no hablábamos de él, a menos que sea necesario, algo realmente importante relacionado con nuestra hija o así. En ese momento, me empecé a dar me cuenta de que hace tiempo no pensaba en Ar
DanielMe volví loco en cuanto mi celular no dejo de sonar, maldije, ¿Quién diablos había hecho esto? Espere unas horas para llamarla, quería estar sereno antes de hablar con ella, no recordaba quien era la chica con la que me estaba besándome en la foto, debí de estar muy borracho esa noche. Le escribí un mensaje que no me respondió, después otro y otro, la llame varias veces. Estaba enfadado, yo quería hablar con ella respecto a esto, leí los comentarios que dejaban, a la mitad de las chicas que dejaban esos mensajes ni las conocía, sus nombres no me resultaban familiares y hablaban de mí como si me conocieran.Cancele la carrera de Motocross que estaba pautada para esa tarde y fui a su casa, esperaba que estuviera allí y que no se creyera esto, pero en cuanto mire sus ojos, supe que estaba jodido, lo que más me dolía era que no quería escucha
DanielOdiaba estar encerrado en casa, lo odiaba sobremanera, no poder moverme con toda la libertad que estaba acostumbrado desde hacía tantos años, los días se me iban del sofá a la cama y viceversa. Y lo peor de todo, era cuanto la extrañaba, estar en la cama me la recordaba a cada segundo, su olor estaba impregnado en las sabanas, en sus cosas en el baño, en la pequeña cantidad de ropa que había en la gaveta que le di, cerraba los ojos y recordaba las noches que pasamos juntos en mi cama, que se volvió nuestra, ya no sé qué hacer, siento que me asfixio dentro de la habitación, en la sala, en la cocina y comienzo a pasar las tardes sentado en el balcón, observando la profundidad del mar Caribe que puedo apreciar desde donde estoy sentado. Me pierdo el azul del mar y en lo profundo de mis pensamientos, en todo lo que debí de decirle, en todos esos sentimientos que tengo por
IsabelCuando el despertador sonó quise que el tiempo se detuviera en ese justo instante, no quería afrontar un nuevo día, no deseaba ir a la oficina y no verlo, aunque yo misma había solicitado esto. Lo extrañaba, malditamente que lo extrañaba como no había añorado a nadie en mi vida. Tomando una larga respiración, aparte todos esos pensamientos y me puse en pie. Oculte cualquier indicio de dolor de mi rostro con un buen maquillaje. Deje a la niña en la escuela y espere a que entrara a clase antes de irme, iba al trabajo y como una maquina trabajaba, cumplía con mis metas, al fin de mes los números estaban en verde y eso me dejaba una pequeña satisfacción.Así fueron mis días por un mes completo, despertar, lamentarme, dejar a Leia en la escuela, ir a trabajar, volver a casa, estar con la niña e irme a dormir imaginando que estaba envuelta en sus br
IsabelVolver a vivir con un hombre era complicado y exquisito a la vez. Despertar en brazos del otro, dormir en la misma posición, ponernos de acuerdo quien entra al baño primero, o si entramos los dos al mismo tiempo cuando duramos más tiempo de la cuenta en la cama, tener que ir haciéndole espacio en el closet, en el baño, tener la conversación de que lado de la cama le toca a cada uno, pero sin duda, mi parte favorita era la hora del desayuno, tener a alguien con quien hacer planes para el resto del día, que él se ofreciera a llevarme al trabajo dos días a la semana, dos días me tocaba a mi manejar y llevarlo a él y el día que quedaba cada uno nos íbamos por separado, pues después de trabajo Daniel practicaba futbol, en varias ocasiones me presente allí sin decirle nada, solo para verlo jugar, Leia insistía en ir conmigo pues su padre se unió a esas p
Isabel–Hola– al abrir lo ojos me tope con el angelical rostro de Remy, llevaba ojeras debajo de sus ojos y su cabello rojo que siempre estaba perfectamente peinado, lo llevaba en una coleta y varios mechones le caían por la cara. Me sentía rara, como con un vacío en el vientre y me dolía bastante.–¿Qué ha sucedido? – Remy respiro hondo antes de hablar.–Isabel, lamento tener que decirte esto– se paso la mano por el rostro y se puso los mechones detrás de las orejas– tuvieron que intervenirte de emergencia…–¿Qué? – quise sentarme, pero ella se puso en pie y con cuidado me puso las manos en los hombros y me hizo sentarme.–Estabas teniendo un aborto espontaneo… tu doctora dijo que vendría y que te explicaría todo, al parecer es debido a tus problemas de tiroides– aprete los ojos