El viaje fue silencioso y aburrido, estuvimos tres horas dentro del coche sin mucho que decirnos, Leia se durmió una gran parte, como era de costumbre cuando viajamos por carretera, tuvimos que detenernos en un restaurante para llevarla al baño, encontré a Daniel apoyado en su SUV de regreso al estacionamiento, bebiéndose un café de maquina en un vaso de papel, lo sostenía en su mano derecha.–Esta es la cosa más desagradable que he probado– escupió, me paso un vaso a mí y lo acepte. Él me pidió que lo dejara subir a Leia al asiento trasero. Ese día no traía cabeza para resistirme a nada, así que se lo permití, porque en el fondo, sin querer admitirlo, me gustaba verlo intentar que Leia lo quisiera. Él era el único hombre en mi vida con el que mi hija había tenido un tipo de relación, era una de mis reglas, no dejar que ella se encari&
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