Gabriela observó con placer la escena, su ego se elevaba, aunque en realidad no se estuvieran peleando por ella, pero decidió actuar como según ella lo haría su remilgada hermana gemela.—¡Juan Carlos, no por favor! ¡Para ya! —gritó.Juan se detuvo y le gritó.—¡No quieres que le lastime el perfecto rostro de tu amante!Raúl aprovechó su descuido, se puso de pie y le lanzó un par de golpes que Juan esquivó sin problemas, y contraatacó con su puño conectándolo en su costado, y siguió con un gancho a la quijada de Raúl, derribándolo de espalda, sacudiendo la cabeza al caer, pero no se levantó de inmediato.—¡No lo lastimes! —gritó Gabriela, empujando a Juan, luego se volteó hacia Raúl y con fingida preocupación se agachó para revisarlo. Gabriela se levantó, caminó hacia Juan Carlos, y le dio la bofetada más fuerte que le habían dado en toda su vida.—¡¿Qué te pasa, imbécil?! —gritó Gabriela.—¡¿Qué me pasa?! —le gritó a su cara— ¡¿Todavía sigues con el descaro de preguntarme que qué me
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