28. Fotografias filtradas
Máximo Mi sirena dormía plácidamente bajo mis sabanas y yo no podía dejar de obsérvarla embelesado, joder, estaba tan enamorado, me gustaba amarla. Hacia ya unos pocos meses que la vida se había encargado de ponerla en mi camino, o quizás, yo ya había estado forjando ese destino desde hace mucho rato. Su ardua búsqueda dio frutos de una forma poco esperada, no esperé encontrarme con ella del modo en que lo hice, eran otros los planes, sin embargo, no me arrepentía en lo absoluto, no me arrepentía de amarle. Ariel se removió sobre la cama sin abrir los ojos, descansaba y yo no quise despertarla. Había pasado la última hora admirándola, a ella y su pequeño vientre. Sonreí, aún no había indicios de que algo se formara, pero la sola idea de saber que mi hijo crecía allí dentro provocaba que el corazón me latiese como un loco desesperado. Aparté unos mechones de cabello lejos de su cara, ocultándolos detrás de sus orejas. Ella sonrió en su
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