Hubo tensión en la mesa ese día, casi nadie habló nada, salvo Diego que cruzó algunas palabras con Lucrecia, y lo hizo solo para aliviar un poco las cosas. Pero Ignacio estaba aislado de la conversación, Adrián y Jimena prefirieron no intervenir. Amelia no levantó la mirada, y para sobrellevar la situación le dio la comida a la niña ella misma. En cuanto Mari Ángel terminó de almorzar, ella se levantó de la mesa sin probar bocado alguno.—Disculpen, pero no tengo hambre, comeré más tarde. —Ignacio la miró, los demás se quedaron en silencio, a excepción de Lucrecia que le dijo:—Está bien Silvia, no te preocupes.Cuando ella se retiró con la niña, hubo silencio por un momento, todos continuaron comiendo; pero después Lucrecia dejó los cubiertos sobre la mesa, miró a Ignacio con repr
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