Todos se preguntaban por qué había pocos invitados en el salón, la madre le sonreía con una cara de felicidad, esa alegría inmensa que tenía que tener también ella en su corazón, pero nada era cierto. Sus estados internos no encajaban para nada en el lugar, estaba triste, dicen que nada es peor que un matrimonio obligado y ya estaba viviendo el porqué, se vistió muy elegante para la ocasión, ese vestido verde de seda y el cabello semi recogido daban la ilusión de ser una princesa, pero no el de un cuento de hadas, porque jamás escogería a un príncipe como el que tenía al lado. - Firma por favor. Su mano temblaba al tomar el lapicero, dudó por un segundo antes de afincarlo en el papel, aún podía decir que no. Podía levantarse de la silla y salir corriendo, pero permaneció sentada, no debía ser tan cobarde,
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