CAPÍTULO 31. Unos días hermosos antes de la tormenta
—¿Es una broma? —Nina no sabía cómo tomarse aquello, pero definitivamente no podía ser una broma porque Jake estaba bastante serio.—No, para nada. Yo también tuve uno —le explicó él—. De niño me enfermaba mucho de los oídos, hasta que mi pediatra, pero por cierto era muy agradable, me explicó la causa, y es que me subieron a un avión a los dos días de nacido.Nina tomó su vaso de agua y arrastró a Jake al sofá, acomodándose y mirándolo con curiosidad.—¿Entonces no naciste aquí?—No, nací en Rusia —le sonrió Jake.—¡¿En Rusia?! ¡¿Eres ruso?! —exclamó Nina, sorprendida.—Bueno, no tanto, precisamente por eso me subieron a un avión —respondió Jake, acariciando sus piernas con suavi
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