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Todos los capítulos de El hombre de esa noche.: Capítulo 21 - Capítulo 30
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19
Tomo varias bocanadas de aire, sus ojos están encima de mí, mirando como me deshago por él. Gritos contenidos, gemidos medidos y mis puños cerrados al rededor del edredón son los testigos de lo que está pasando aquí. Max pasa su dedo índice por debajo de mis bragas, juega como siempre a tocar y a no tocar, es una maldita tortura, pero me gusta. —¿Siempre estás así de humeda? No sabes cuanto logra ponerme el hecho de que al tocarte estés mojada, lista para lo que viene— lo que dice me vuelve loca, admito que su toque me dedenfrena, pero todo lo que sale de su boca me enloquece.Mi humedad es el reflejo de lo que él logra hacerme sentir, lo veo y no puedo controlar a mi cuerpo, no importa la situación, verlo me pone mucho. —¿Qué efecto causo yo en ti?— me atrevo a preguntar. Max cesa su caricia, pero no deja de hacerlo
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20
—¿Podrías dejarme sola?— pido con un hilo de voz,— no quiero verte, por ahora, no me siento cómoda estando a tu lado.— Suspiro hondo porque temo que voy a llorar de nuevo.—Quiero quedarme— responde en un tono bajo y sutil.— Déjame quedarme, por favor. Dame una noche, una sola noche, que sea tranquila y ya, después de esto, te prometo que no te vuelvo a molestar. Ya no te buscaré, ya no intentaré hacerte daño, ni a ti ni a Hannah, pero por favor, permítame quedarme aquí. —¿Por qué quieres hace esto?— nos miramos un segundo a los ojos, pero es él quien los retira.—Es lo que debí de hacer desde el principio, debí quedarme contigo cuando era necesario. Sé que las cosas no cambian de ningún sentido o forma, pero déjame dormir a tu lado. —¿Debería de hacerlo
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21
Increíblemente, mi pie solo tiene ahora un moretón, ya casi no duele cuando lo muevo. Parece que está sanando, así que uso un par de sandalias cómodas que me pueden ayudar a caminar sin lastimarme. Busco mi perfume entre mis cosas, ocupo una bruma para ponermela en mi cuerpo. El olor me gusta, espero que este olor que llevo, se impregne en el cuerpo del hombre que me gusta, espero que no pueda sacarme de su cabeza gracias a mi olor por los aires. Mi corazón no puede entender porque razón no se dio la vuelta anoche, no entiendo porque no se volteó y me dijo todo lo que yo estaba esperando. No dijo nada, solo se marchó, como si todo lo que había dicho, llenándose la boca de disculpas y falsos sentimientos, nada de eso le importó. Solo jugueteo con mi dignidad. Abro la puerta de mi habitación, el pasillo está lleno de personas, Maddox y Mason, también está la se&
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22
Aprendí a montar cuando tenía catorce años y no fue hasta los 15 años que Simón llegó a mi vida. Miraba desde lejos como Hannah era obligada a tomar sus clases de equitación forzosas, su madre quería que su hija tuviera un futuro como competidora en esa rama. Hannah simplemente cumplía con su deber y los caprichos de su madre, en ese entonces deseaba ser ella y poder tener esas clases que para mí eran tan interesantes. Una vez, Juliette decidió presenciar las clases de su hija, bastó con observarla para darse cuenta de que ese deporte tan bello no era el adecuado para su hija. Y bendito sea el día en el que Juliette se dio cuenta de mis deseos y mis ganas de ser yo quien pudiera tomar esas clases, porque ella con mucho amor y ternura me ofreció pagarme las clases con el mismo entrenador de Hannah. Los caballos se convirtieron en mi razón de vivir, de por si, siempre
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23
Admito que el pie me duele un poco, pero ni ese pequeño dolor hará que pueda perder ante este hombre tam complejo, orgulloso y mentiroso, sería una vergüenza para Ed, mi entrenador, perder ante Max. Miro desde mi posición a Hannah, está cordinando el lugar donde se pondrán los obstáculos, ya que sí hay, son con los que practicabamos, pero se quitaron porque estorbaban. No emito ninguna palabra a pesar de que estoy junto de Max, esperando a la señal de la señorita que organiza todo. —Te te extrañé mucho, Simón —le susurro a mi caballo en la oreja, este se sacude, le he provocado nervios.— Lo siento, guapo.—Eres muy cariñosa con tu caballo —quisiera reponderle con alguna frase sarcástica llena de altanería o al menos con una grosería, pero decido guardar silencio. No me interesa platicar con él, no somos a
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Escritos de Max
Maximiliam. Querido diario, había dejado de hacer mi arte en ti, por razones que aún no conozco. Pero he decidido que quiero hacerlo, tengo miedo de expresar lo que siento en letras, pues tiendo a ser muy inexpresivo, porque no soy bueno diciendo lo que me molesta, lo que siento o lo que me perturba. Hoy decidí abrirte, porque admito que ni siquiera sé porque estás dentro de mi equipaje, quizás estas aquí porque desde un principio sabía que hoy por fin, después de tanto tiempo tengo motivos para escribir, porque hay alguien que me perturba, alguien que me molesta, que me hace sentir y que se llama Maxine.
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24
Le doy un pequeño golpe con el pie a Simón para que avance, este hace caso a la indicación y emprende el trote, vuelvo a golpear y este galopa con más fuerza. Eso es, pequeño Simón, desgraciadamente, Maximiliam y Dona ya están bastante adelante, pero lo que me soprende es la forma en la que maneja el caballo, corren tan... pareciera que son uno mismo. Es como si max fuera parte de caballo, corren juntos, una conexión que no pensé que tendría con Dona. El primer obstáculo aparece en el camino de Max. —No podrá hacerlo— digo en medio del trote, el aire revolotea mi caballo, haciendi que este se me pegue en la cara. —No podrás saltar.— El obstáculo no es tan bajo, es alto y largo, Dona no está listo para él y si lo estuviera, el que no está listo para poder saltar algo así es Maximiliam. —No podrá...— abro
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25
Corro por las escaleras que me llevan a la casa, abro la puerta sin importar que esta choque contra la pared ni de que esta mismo sea de vidrio. Corro despavorida, necesito ir al baño y eso es lo que busco, paso junto a Robert, pero no me pregunta nada, simplemente me mira y supongo que se dará cuenta de mi mancha en el trasero. Llego al baño de la planta baja y entro, me bajo los pantalones y efectivamente tengo una mancha del tamaño de un plato para postres. Creo que el trote en el caballo afectó mu útero, ya me había pasado antes cuando corrían todo el tiempo. A veces el andar en el caballo me adelantaba la regla. Me siento en el vater y orino, pero al mismo tiempo siento como si descargara algo, ignoro el hecho y suspiro por liberar la vejiga. Me levanto para secarme con papel de baño, al hacerlo el papel de baño se humedece muy rápido, casi en tiempo record.Alzo el papel de baño y le pre
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26
Jules me entrega uno de mis vestidos, una toalla de algodón y mi bolso, fue tan veloz que ha podido subir a mi habitación por estas cosas. Va hacia la cocina y ahí es en donde se tarda demasiado tiempo, no es que no quiera que algo malo pase, es decir, si Dios ha dicho que debo de estar embarazada y debo de estar abortando, entonces es algo del destino, una mera obra de mi futuro y destino el cual debo de recorrer forzosamente. Lo que me preocupa es que alguien pueda encontrarme aquí, desangrada y sin saber que hacer, en realidad, ni quiero que sea Max quien me encuentre porque si eso pasara... tendré que decirle que probablemente estoy embarazada. Eso no solo me puede complicar la vida, sino también su decisión de quedarse con Hannah, yo no quiero que se vea obligado a responderme de alguna forma solo por un bebé que desde un inicio no estana buscando. —¿Max?— esa voz varonil me hace suspirar de
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28
Me he quedado dormida por segunda vez en las últimas horas, me duele la cabeza, no me puedo mover mucho y tengo hambre. Jules no está en la habitación, pero tampoco quiero que esté aquí porque por alguna razón, pienso o presiento que ella le juzga por la decisión que he tomado. Para ella puede que suene fácil, pero para mí... es una decisión que no tiene opciones, no hay opciones para una mujer que apenas y puede pagar el alquiler de su departamento. Tocan la puerta, alzo la vista hacia la entrada y espero a que la persona que está tocando, decida entrar. Frunzo el ceño al ver que no tocan de nuevo ni pasan. —¡Adelante!— grito forzadamente. Hasta gritar me hace sentir una presión en el vientre. —Hola, Maxine— es Bastian y no sé que tan buena idea sea que él esté aquí ahora mismo. Recuerdo que me ma
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