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Admito que el pie me duele un poco, pero ni ese pequeño dolor hará que pueda perder ante este hombre tam complejo, orgulloso y mentiroso, sería una vergüenza para Ed, mi entrenador, perder ante Max. Miro desde mi posición a Hannah, está cordinando el lugar donde se pondrán los obstáculos, ya que sí hay, son con los que practicabamos, pero se quitaron porque estorbaban. No emito ninguna palabra a pesar de que estoy junto de Max, esperando a la señal de la señorita que organiza todo. 

—Te te extrañé mucho, Simón —le susurro a mi caballo en la oreja, este se sacude, le he provocado nervios.— Lo siento, guapo.

—Eres muy cariñosa con tu caballo —quisiera reponderle con alguna frase sarcástica llena de altanería o al menos con una grosería, pero decido guardar silencio. No me interesa platicar con él, no somos a

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