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Todos los capítulos de El hombre de esa noche.: Capítulo 11 - Capítulo 20
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09
Para mi tranquilidad, hoy decidí que sería una buena idea comer en la cocina y no en el comedor como los demás invitados. Prefiero estar con Irina y Jules o con cualquier persona que se mejor que la familia de Maximiliam. Sé que puedo darles batalla a ambos, pero sinceramente no quiero que la comida me caiga mal. Son las seis de la tarde, quedan unas cuantas horas para que pueda verme con Leo. Lo dos fuimos muy buenos amigos, verlo me ha recordado varias anécdotas y bonitos recuerdos juntos. Éramos muy unidos porque nuestras situaciones eran similares, solo que él si tenía una mamá que lo cuidaba, eso sí, ser madre soltera nunca ha sido fácil. Leo salía a recoger cartones y latas para poder vender en algún lugar, yo siempre lo acompañaba porque también recolectaba algunas y su tarea de llevar dinero a su casa era más fácil. Los primero dos años de nuestra amistad solo eramos Leo y yo, pero apreció Hannah y nos deslumbró a ambos con su belleza y sus privilegios. Juliette también acogi
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Miro a lo lejos a Leo y a Hannah, están hablando, pero parece una charla amena, supongo que después de todo pueden ser amigos. Leo me mira y cambia su postura y su expresión de aburrimiento a una más divertida y feliz.—Hola– saludo en cuanto llego hasta donde ellos están. —¿Tarde mucho?— le dedico una sonrisa brillante, espero haberme lavado bien los dientes.—No, para nada, de hecho Hannah me hizo compañía. Fue bueno hablar con ella, dado a que ahora me odia.—¡Lo sabía! Sabía que algo había pasado entre ustedes dos, no era normal que se dejaran de llevar, ¿por qué no salimos los tres?— si, me arrepiento de haber dicho que sí. Con Hannah mi plan no puede funcionar, tener testigos de que con Leo no pasó nada puede ser muy peligroso.—¡No!— contesta Hannah asustada, como si la estuviera
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Despierto con dolor de cabeza, pero no despierto en ningún hotel, ni en algún lugar desconocido. Estoy acostada, vestida y en casa de los Parker, suspiro de alivio, la verdad es que no me acuerdo de nada, ni siquiera de como es que llegué aquí, pero está bien. Todo esta en oscuridad y lo agradezco, me duele un poco la cabeza y la luz me lastimaria los ojos y probablemente intensificaría mi dolor.—Santo Dios— me quejo, duele como un demonio.Me levanto y miro mi móvil, tengo un mensaje de texto por parte de Hannover, pero ni mi estado ebrio ni mi dolor de cabeza impiden que su mensaje me cause curiosidad. Abro el mensaje, pero me duele saber que solo se limita a un:*Renato me ha pedido matrimonio * suspiro, porque estoy feliz, pero se ha olvidado de mi situación, aunque ciertamente no se la he dicho aún. *Felicitaciones, cariño, sabía que eso iba a pasar en cua
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Aparece el doctor junto con Jules, tiene un maletín lleno de cosas médicas, el doctor es el de siempre. Alto, con bigote y el que cobra más caro en todo Tehachapi. A la par del doctor, aparece Mason, este me sonríe y mira atento lo que hace el docrt.—Fue un esguince, no fue mada grande. Así que bastará con compresas frías y una venda que haga una ligera presión, eso sí, vamos a esperar a que pase el dolor, porque si no cesa en menos de una semana, entonces, debemos de hacer estudios. Lo ideal sería que los hiciéramos ahora mismo, pero dado a que no estamos en el ambiente idóneo, no podemos hacerlo. —Jules me toma de la mano en el momento en el que el doctor me toma del piel y lo eleva para poder pasar la venda por debajo, libero un pequeño quejido, realmente me duele. —Podemos transladarla a la unidad médica que sea necesaria con tal de que se le h
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No opongo resistencia, hacerlo solo le lastimaria un poco más el tobillo, así que resignada y acompañada de un suspiro hondo, dejo que Maximiliam me lleve a la cama. Intento ignorar el hecho de que estoy tan cerca de sus labios y sus brazos me cobijan en un abrazo, también, reprimo mis ganas de apoyar mi cabeza contra su pecho. Ojalá esto fuera algo romántico y no solo un favor o una acción caritativa. —¿A qué hora llegaste anoche?— su voz es suave y aterciopelada, algo muy raro en él. —Si te soy sincera, no recuerdo mucho de lo que pasó ayer, creo que debería de llamarle a Leo y preguntarle que hice o cuanto tomé. —Camina conmigo en sus brazos, llegamos hasta la cama, pero no me baja ni me recuesta, sino que me matiene entre sus brazos.—No le llames, Maxine— por primera vez sus palabras no suenan duras, tampoco parece que m
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Sebastian me ofrece una tarjeta de presentación, es elegante y no se parece en nada a las mías, la suya está impresa en un papel fino y de alta calidad. Esta tarjeta de presentación grita que costó al menos tres dólares por unidad, porque sinceramente está bien hecha, al tacto es sedosa y la tinta es nítida y en ninguna parte se ve corrida. Suspiro, espero tener el dinero para poder tener una de esta calidad y no una en cartoncillo barato. —¿Pasa algo?— niego inmediatamente, solo estaba siendo víctima de mis pensamientos. —Nada, Sebastian, me voy a otro lado, pasa muy seguido últimamente. —Le dedico una sonrisa amistosa y él a mí una sonrisa desigual y sensual. Repentinamente el lugar está caluroso, hace bochorno y me siento incómoda. —Creo que debería dejarte descansar, porque mi presencia te está
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—Estás mintiendo, Max, sabes que no me gustan las mentiras...— que no me crea no solo me pone triste, sino que también me hace sentir muy culpable.— ¿Es que como es que sucedió eso?—Llegue a Tehachapi con la conciencia tranquila y Hann, me iré sintiéndome la peor mierda del mundo, porque créeme, eso soy. —Pero no tienes por qué sentirte así, porque él es culpable, si, te acostaste con él, los dos estaban en estado de ebriedad, ninguno podía distinguir lo que pasaba. Además, eso pasó haced más de un mes, no es algo premeditado, fue algo que ocurrió por accidente.— Respiro hondo, debo de dejar de llorar o me dolerá la cabeza.—¿Cómo no me voy a sentir culpable? Si la mujer con la que va a casar en mi mejor amiga, no es cualquier amiga, no estaría así, si fuera no sé
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Seco mis lagrimas con el dorso de mi mano, suspiro hondo e intento controlar el sentimiento de arrepentimiento que se apodera de mí. Hablar con Hannover me ha servido mucho, a logado que ponga las cosas en perspectiva, ha sido muy duro escucharlo hablar de mí de esa forma. Jugueteo con la sábana, estoy aburrida, pero mi pie está dañado, no puedo ni siquiera ponerme de pie para ver el paisaje de Tehachapi por la ventana. La puerta se abre, es Jules, trae una bandeja con comida, pero a pesar de que ya pasan de las dos de la tarde, mi estómago aun no se siente muy recuperado. Ver la comida me genera asco, pero no lo demuestro.—Te traigo tu comida, niña, pero alguien allá abajo dice que le gustaría que bajaras a la mesa— Jules me muestra una sonrisa pícara. —¿De quien hablas?— me gustaría creer que la persona que pide eso es Max, pero sería
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No me queda nada más que sonríer y hacer de cuenta que aquí no pasa nada. Es muy normal que el mejor amigo de Max, una persona la cual apenas y conozco, me haya traído cargando hasta la mesa.—Buenas tardes a todos— susurro mientras me acomodo en la silla y me coloco la servilleta en el regazo.— Decidí que si los voy a acompañar. —Nos da mucho gusto, Max— responde Juliette, Jules manda a una de las chicas con mi comida.— Estamos completos ahora. —Claro— responde con un tono sarcástico la señora Natalia. —¿Por qué no desayunaste con nosotros, niña?— aquí viene.—Me lastime el tobillo, señora Natalia— respondo,— por eso es que Sabastian me ha traído cargando.—¿A qué se debe esa torpeza?— Mason suspira hondo, supongo que conoce a su madre y
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En serio me gustaría decir que ahora mismo quiero salir corriendo sin poner la excusa de mi pie, pero estaría mintiendo, porque no quiero huir del monumento que está frente a mí, mirándome fijamente, de una forma que me acalora. Sus ojos están llenos de oscuridad y misterio, me hacen sentir como una presa, a punto de ser atacada por su depredador, espero que después de ser atrapada sea devorada, porque eso es lo que quiero. Mi respiración cambia, se agita y mi corazón se acelera en el momento en el que Max da un paso más, uno que nos acerca un poco más, me hace querer pecar, pero me resisto.—Maxine... —arrastra mi nombre de una forma inigualable, ahora sé que nadie puede pronunciar mi nombre de una mejor forma más que él.— ¿Puedes mirarme a los ojos?— soy una chica que odia las órdenes, pero él debilita mis barreras, me hace salir de
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