—¡No se diga más! ¡Libertad! — exclamó el mayor un poco nervioso por la actitud que había tomado Vanessa. Él decidió salir por las buenas.Ambos salieron de la casa de Marcelo, la menor sentía como si un enorme peso le fuese quitado de encima. No podía despegar la mirada de Marcelo en el trayecto antes de llegar al auto, Marcelo era consciente de ello, más, no planeaba decir nada, su mano sostenía con fuerza la de la pelinegra, no parecía que quisieran soltarse, él se sentía una vez más, con vida. Durante el viaje de regreso, las bromas no se detuvieron y la rada de mayor estaba fija sobre la conductora. Al llegar a casa, Vanessa se percató de que alguien estaba escondido en las tinieblas. La figura de aquella sombra cerca de la entrada la hizo poner en modo alerta, dejó a Marcel
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