Elizabeth se encerró el baño, se dio una ducha, humectó su cuerpo con la exquisita crema con olor a fresa, que la caracterizaba. Ella nunca utilizaba maquillaje, no le era necesario, tenía una piel fresca y lozana. Los labios de la joven no necesitaban maquillaje, porque conservaban el color natural al no haber usado nunca labial, los tenía rosados, carnosos, provocadores. Elizabeth observó su cuerpo en el espejo, tampoco era una modelo, de medidas: 90-60-90, era más bien el prototipo de mujer latina de busto grande, cintura pequeña, caderas anchas, muslos gruesos y pantorrillas bien torneadas. Ella no sentía, complejo por su cuerpo, se consideraba una mujer atractiva, a pesar de que al lado de las mujeres que andaban al último grito de la moda, ella se veía un poco pasada de peso, pero no le importaba, con que Carlos Duque, la amara tal como ella era, le era suficiente. Se colocó un sencillo vestido blanco, no era de marca, como l
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