Debería decir lo que quiere oír Lady Kim: una disculpa por usurpar su soñada posición.Pero no puedo hacer eso, no cuando me ha humillado y enfurecido. En otras circunstancias no defendería mi relación con Gian, sin embargo, no puedo dejar que las mascotas de la Reina jueguen conmigo.—¿Sabes algo?Inquiero acercando los labios a su oído, disfrutando su asustado estremecimiento. Porque, aunque no lo quiera, yo soy una Princesa y, por lo tanto, estoy muy por encima suyo.—No importa que creas que mi matrimonio es falso o forzado, porque la verdad, las sábanas en mis habitaciones dicen todo lo contrario. Tampoco importa tu pasado con Su Excelencia, porqué, ahora es a mí a quién complace, y solo a mí, ¿lo sabías?La siento temblar de ira. Sonrío ampliamente.—Lady Kim, el hombre para el que naciste, la razón por la que fuiste concebida, nunca te perteneció a ti, sino a mí. Él es mío. Y así será siempre.Me alejo lo suficiente para ver el efecto de mis palabras, el cual es favorecedor, su
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