Fanny va por toda la habitación trayendo y dejando cosas, mientras el resto de las doncellas se ocupan de quién sabe qué. Ahora que ya no soy Primera, ya no me importa el trabajo que hacen, pero las comprendo y las compadezco. Hoy es la fiesta que organizó la Reina por el cumpleaños de su hijo, y todo debe ser perfecto, incluida yo. Especialmente yo por ser la esposa. —¿Y no intentó entrar a la fuerza anoche? —pregunta dejando en la cama un puñado de vestidos de noche. Estoy sentada sobre los talones, observándolas ir y venir apresuradas. —No lo sé, me dormí temprano —respondo tomando un par de zapatos altos con los dedos y frunciéndoles el ceño—. Además, que haya aceptado su locura no quiere decir que estaré para él cada que quiera. No soy una prostituta. Ayer le hablé a Fanny sobre el acuerdo al que acababa de llegar con Gian. Al principio la chica se indignó, pero al final, cómo yo, también comprendió que esa era la única salida que ten
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