OBSEQUIOS

Ya no hablamos, las damas nobles se concentran en apreciar la majestuosidad de la sala y elogiar a la Reina por ello. Yo me pongo a jugar con la falda de mi vestido cómo si se me fuera la vida en ello. Pocos minutos más tarde, un aplauso colectivo me hace alzar la vista. La sala se ha vuelto a llenar y todos miran entrar a Gian con un portafolio gris en una mano y uno negro en la otra, dos criados lo siguen.

Sus verdes ojos hostiles me buscan y cuando ve que también lo estoy mirando, me hace un gesto con la cabeza para que vaya a su encuentro. Un tanto torpe me levanto y comienzo a abrirme paso entre la gente, cosa que no me cuesta mucho, ya que todos se hacen a un lado al ver que soy yo. Pero apenas he cruzado la mitad del salón cuando Gian coloca los dos portafolios sobre una mesa de caoba, frente a los ojos de todos.

—Les agradezco a todos su presencia esta noche, especialmente porque muchos no conocían a mi esposa Veena Creel —comienza a hablar, y yo me detengo e

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