Teresa Huddleson observaba a su hijo, y pensó que desde que Maxim se casó, lo había visto muy poco, así que cuando le avisó que iría a visitarla en horario de trabajo, se sorprendió un poco. Ahora entendía la urgencia de verla, su hijo se veía estresado, más que de costumbre. —¿Tienes problemas en la empresa? —preguntó Teresa a Maximilian para llamar su atención, él no dejaba de mirar el teléfono. Él jugó con el teléfono pasándolo entre sus manos, luego se detuvo y miró a los ojos de su madre. —Todo está perfecto, hemos hecho contratos muy buenos, ¿por qué preguntas? Por lo general no me preguntas cosas de trabajo. Teresa tomó una respiración profunda antes de responder, buscando las palabras adecuadas, era cierto lo que decía Maximilian, ella no preguntaba por qué no entendía sobre negocios, lo de ella era el arte, su pasión era la literatura. Y ahora quería ayudar a su hijo, no quería estresarlo más. —Cuando me llamaste, tu voz dejaba entrever urgencia, y ahora que estás aquí, n
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