Tres días después Danielle iba llegando a una cafetería después de salir de la clínica donde estaba Isabela, lamentándose porque la visita fue muy corta, su madre tenía un mal día y no quería compañía, le gritaba a todo aquel que se le acercaba. Isabela estaba en uno de esos días que mezclaba el pasado y el presente, pero sin reconocer a la única hija que tenía. Danielle iba tan concentrada en sus pensamientos, que no vio al doctor Esteban y casi choca con él. —¿Cuántas moneda por tus pensamientos? —preguntó Esteban con una sonrisa mientras la detenía, tomándola por la parte superior de los brazos. Danielle levantó la mirada pestañeando, sorprendida de ver al médico, no esperaba verlo fuera del lugar donde trabajaba. Cuando preguntó por él, recibió por respuesta que estaba de vacaciones. —Hola —respondió ella, y todavía con algo de confusión preguntó—, ¿No estaba usted de vacaciones? —Sí, lo estoy —respondió Esteban, y dando una vuelta de 360 grados con los brazos abiertos, comen
Danielle caminaba de un lado al otro en la habitación, pensando qué hacer, está consciente de que Maximilian no se tragará eternamente el cuento de que Danielle no ha podido ir a la ciudad, pensará que es la peor persona del mundo, que no se ocupa de su madre como le quieren hacer creer. «Si hubiese seguido buscando trabajo, quizás hubiera encontrado alguno, y no estuviera metida en este problema tan grande» Pensó Danielle y siguió caminando, se puso una mano en el abdomen, tenía el estómago revuelto, las náuseas por el nerviosismo no la abandonaban. Se pasó una mano por cabeza desordenándose el cabello, una solución, aunque fuera la más pequeña, era lo que necesitaba. Se detuvo frente a la mesita de noche y tomó el teléfono para llamar a Kaelyn, consultaría con su amiga, pensó que a la pelirroja se le podía ocurrir una muy buena idea. —Hola Dani, ¿qué necesitas? —saludó Kaelyn casi en un susurro. —¿Por qué hablas tan bajo? —preguntó Danielle frunciendo el ceño, sin entender por qu
Danielle estaba con la mirada atenta hacia todas partes, con miedo que de un momento a otro, Micaela dijera algo incorrecto, la mujer mayor no dejaba de mencionar su nombre. Maximilian había escuchado esa noche más veces el nombre Danielle, que todo el tiempo desde que se conocieron hasta esta noche. «Y todavía falta el postre, a esta mujer le queda mucho por hablar.» Se lamentó Danielle internamente. —Cariño, hay algo que quiero mostrarte, tu madre cree que no te va a gustar… porque desde pequeña no lo veías —dijo Timothy y miró de Danielle a Micaela con una sonrisa. Micaela les dio una risita mirando a su marido, y Danielle sonrió para seguirles el juego; sin embargo, sabía, que había llegado la hora donde sabría que tramaba la pareja. —¿Es lo que imagino? ¿Podemos ir ahora? —inquirió Danielle fingiendo entusiasmo. —Pero ya van a traer el postre. ¿No pueden esperar dos minutos más? Está muy amena la conversación. —Intervino Micaela, consciente de los nervios que estaban generand
Maximilian caminaba por todo el pasillo esperando noticias de Berenice, no le habían permitido quedarse a su lado cuando la llevaron a uno de los cubículos de urgencia. Llegó hasta uno de los bancos y sentó, pero no pudo permanecer más de cinco minutos sentado, se puso de pie y comenzó a caminar otra vez, llegando hasta una parte que tenía vista directa al cubículo, Maximilian maldijo, la cortina se mantenía cerrada. «¿Por qué demoran tanto?» Se preguntó Max mordiéndose un labio. El teléfono de Maximilian dio varios timbres mientras él lo palpaba por encima de la ropa, hasta que se dio cuenta de lo que hacía y lo sacó del bolsillo de la americana. —Hola cariño, ¿Sabes algo de Berenice? La llamo a su teléfono celular, al teléfono de la casa y no responde, ¿Crees que se haya olvidado de la comida que teníamos hoy? —dijo Teresa nada más que él respondió el teléfono. —Hola mamá, Berenice no podrá asistir a tu cena, se cayó en el baño y se dio un golpe en la cabeza, estamos ahora en el
La doctora Lowell frunció el ceño, en el papel decía Berenice Hardwick, entonces ¿por qué su paciente le había dicho que se llamaba Danielle? «Quizás fue porque estaba confundida por el golpe en la cabeza.» Pensó la doctora y bajo el historial, para prestarle toda su atención a las personas allí presentes. —Todavía no hemos terminado aquí, por favor, si espera fuera, se lo agradeceríamos. —respondió la doctora Wheeler a Maximilian. —¿Irme? Nadie me dice nada. —objetó Maximilian enojado. —Cariño, esperemos fuera y dejemos trabajar a los médicos. —Intervino Teresa, sintiendo un poco de vergüenza porque su hijo había irrumpido en el cubículo sin atender a razones. El guarda de seguridad se había quedado merodeando, esperando órdenes de las doctoras, y al ver que le hacían señas de que no había problemas, se fue dejándolos solos. Danielle se mantenía en silencio, el exabrupto de Maximilian la había tomado por sorpresa. Ni siquiera cuando pensaba que le estaba siendo infiel, había ac
Berenice tenía hebras de cabello pegado al rostro, mientras lo miraba a través de las pestañas, Maximilian la miraba embelesado, se veía adorable y sumamente hermosa, mientras la observaba recuperarse después de salir del hospital, le veía un brillo especial que antes no tenía, ¿Qué la tenía tan resplandeciente? Se preguntaba el CEO. Berenice sonrió con las mejillas sonrojadas, y Maximilian no pudo aguantarse, le pasó un dedo en una suave caricia, dejando un poco más de tiempo el dedo sobre los labios de ella.—Tus labios me invitan a pecar ¿Puedo besarte? —susurró Maximilian acercándose y quedando a milímetros del rostro de ella.Danielle se mordió un labio quedándose este atrapado entre sus dientes, ella también deseaba perderse en uno de sus besos. Maximilian tomó su silencio como una negativa y comenzó a alejarse de ella, sin embargo, Danielle lo detuvo evitando que se alejara.—Yo también quiero besarte —dijo mirándolo a los ojos, aunque sus mejillas ardían de vergüenza.Maximili
—Le pedí que esperara en el salón, pero no me hizo caso, dijo que la estaban esperando y vino para acá sin esperar que yo la anunciara —explicó la empleada saliendo detrás de la recién llegada. Danielle después de hablar se quedó paralizada, luego reaccionó apartando la silla y se puso de pie acercándose a Jules, abrazándola cuando llegó a su vieja amiga. —¿Qué haces aquí? —susurró Danielle abrazada a la mujer. —Me dijiste que viniera, y aquí estoy —respondió Jules en voz alta. Danielle se apartó sonriendo nerviosa, no sabía cómo actuar con Jules allí, no la esperaba y menos en la casa de la playa. —Espero que no te moleste que haya venido —comentó la joven recién llegada. —No me molesta, solo que no te esperaba hoy —respondió Danielle tratando de ocultar su nerviosismo, luego frunció el ceño, había algo que no entendía—, ¿cómo llegaste hasta aquí? Jules recorrió la habitación con la mirada, evitando responder, luego con una sonrisa dijo que había llegado en avión. —Eso lo sé,
Danielle se llevó un dedo a la boca y se mordió una uña, manteniendo el vaso en la otra mano. Todo el fin de semana había sido un martirio, escondiendo de todos sus malestares mañaneros. En una ocasión casi fue descubierta por Jules, el olor a marisco mientras lo cocinaban casi la hace vomitar, salió rápido del lugar donde se sentía con más fuerza, alegando que sentía su teléfono celular dando timbres cuando su ex amiga le preguntó por qué corría. —Se va mañana, está esperando por el doctor Esteban, que se encuentra de vacaciones. Antes de venir para acá vio a Isabela, pero no pudo estar mucho tiempo con ella, su madre tuvo una crisis y creo que por eso tiene ese comportamiento, no sabe cómo sacar la frustración por no poder hacer nada por ella —mintió Danielle, esperando que la creyeran. Danielle los miró a los dos, madre e hijo estaban con los ceños fruncidos, ella suponía que le habían creído, pero no había hecho que lo que pensaban de Jules cambiara. —Mi chófer se quedará contig