Danielle estaba con la mirada atenta hacia todas partes, con miedo que de un momento a otro, Micaela dijera algo incorrecto, la mujer mayor no dejaba de mencionar su nombre. Maximilian había escuchado esa noche más veces el nombre Danielle, que todo el tiempo desde que se conocieron hasta esta noche. «Y todavía falta el postre, a esta mujer le queda mucho por hablar.» Se lamentó Danielle internamente. —Cariño, hay algo que quiero mostrarte, tu madre cree que no te va a gustar… porque desde pequeña no lo veías —dijo Timothy y miró de Danielle a Micaela con una sonrisa. Micaela les dio una risita mirando a su marido, y Danielle sonrió para seguirles el juego; sin embargo, sabía, que había llegado la hora donde sabría que tramaba la pareja. —¿Es lo que imagino? ¿Podemos ir ahora? —inquirió Danielle fingiendo entusiasmo. —Pero ya van a traer el postre. ¿No pueden esperar dos minutos más? Está muy amena la conversación. —Intervino Micaela, consciente de los nervios que estaban generand
Maximilian caminaba por todo el pasillo esperando noticias de Berenice, no le habían permitido quedarse a su lado cuando la llevaron a uno de los cubículos de urgencia. Llegó hasta uno de los bancos y sentó, pero no pudo permanecer más de cinco minutos sentado, se puso de pie y comenzó a caminar otra vez, llegando hasta una parte que tenía vista directa al cubículo, Maximilian maldijo, la cortina se mantenía cerrada. «¿Por qué demoran tanto?» Se preguntó Max mordiéndose un labio. El teléfono de Maximilian dio varios timbres mientras él lo palpaba por encima de la ropa, hasta que se dio cuenta de lo que hacía y lo sacó del bolsillo de la americana. —Hola cariño, ¿Sabes algo de Berenice? La llamo a su teléfono celular, al teléfono de la casa y no responde, ¿Crees que se haya olvidado de la comida que teníamos hoy? —dijo Teresa nada más que él respondió el teléfono. —Hola mamá, Berenice no podrá asistir a tu cena, se cayó en el baño y se dio un golpe en la cabeza, estamos ahora en el
La doctora Lowell frunció el ceño, en el papel decía Berenice Hardwick, entonces ¿por qué su paciente le había dicho que se llamaba Danielle? «Quizás fue porque estaba confundida por el golpe en la cabeza.» Pensó la doctora y bajo el historial, para prestarle toda su atención a las personas allí presentes. —Todavía no hemos terminado aquí, por favor, si espera fuera, se lo agradeceríamos. —respondió la doctora Wheeler a Maximilian. —¿Irme? Nadie me dice nada. —objetó Maximilian enojado. —Cariño, esperemos fuera y dejemos trabajar a los médicos. —Intervino Teresa, sintiendo un poco de vergüenza porque su hijo había irrumpido en el cubículo sin atender a razones. El guarda de seguridad se había quedado merodeando, esperando órdenes de las doctoras, y al ver que le hacían señas de que no había problemas, se fue dejándolos solos. Danielle se mantenía en silencio, el exabrupto de Maximilian la había tomado por sorpresa. Ni siquiera cuando pensaba que le estaba siendo infiel, había ac
Berenice tenía hebras de cabello pegado al rostro, mientras lo miraba a través de las pestañas, Maximilian la miraba embelesado, se veía adorable y sumamente hermosa, mientras la observaba recuperarse después de salir del hospital, le veía un brillo especial que antes no tenía, ¿Qué la tenía tan resplandeciente? Se preguntaba el CEO. Berenice sonrió con las mejillas sonrojadas, y Maximilian no pudo aguantarse, le pasó un dedo en una suave caricia, dejando un poco más de tiempo el dedo sobre los labios de ella.—Tus labios me invitan a pecar ¿Puedo besarte? —susurró Maximilian acercándose y quedando a milímetros del rostro de ella.Danielle se mordió un labio quedándose este atrapado entre sus dientes, ella también deseaba perderse en uno de sus besos. Maximilian tomó su silencio como una negativa y comenzó a alejarse de ella, sin embargo, Danielle lo detuvo evitando que se alejara.—Yo también quiero besarte —dijo mirándolo a los ojos, aunque sus mejillas ardían de vergüenza.Maximili
—Le pedí que esperara en el salón, pero no me hizo caso, dijo que la estaban esperando y vino para acá sin esperar que yo la anunciara —explicó la empleada saliendo detrás de la recién llegada. Danielle después de hablar se quedó paralizada, luego reaccionó apartando la silla y se puso de pie acercándose a Jules, abrazándola cuando llegó a su vieja amiga. —¿Qué haces aquí? —susurró Danielle abrazada a la mujer. —Me dijiste que viniera, y aquí estoy —respondió Jules en voz alta. Danielle se apartó sonriendo nerviosa, no sabía cómo actuar con Jules allí, no la esperaba y menos en la casa de la playa. —Espero que no te moleste que haya venido —comentó la joven recién llegada. —No me molesta, solo que no te esperaba hoy —respondió Danielle tratando de ocultar su nerviosismo, luego frunció el ceño, había algo que no entendía—, ¿cómo llegaste hasta aquí? Jules recorrió la habitación con la mirada, evitando responder, luego con una sonrisa dijo que había llegado en avión. —Eso lo sé,
Danielle se llevó un dedo a la boca y se mordió una uña, manteniendo el vaso en la otra mano. Todo el fin de semana había sido un martirio, escondiendo de todos sus malestares mañaneros. En una ocasión casi fue descubierta por Jules, el olor a marisco mientras lo cocinaban casi la hace vomitar, salió rápido del lugar donde se sentía con más fuerza, alegando que sentía su teléfono celular dando timbres cuando su ex amiga le preguntó por qué corría. —Se va mañana, está esperando por el doctor Esteban, que se encuentra de vacaciones. Antes de venir para acá vio a Isabela, pero no pudo estar mucho tiempo con ella, su madre tuvo una crisis y creo que por eso tiene ese comportamiento, no sabe cómo sacar la frustración por no poder hacer nada por ella —mintió Danielle, esperando que la creyeran. Danielle los miró a los dos, madre e hijo estaban con los ceños fruncidos, ella suponía que le habían creído, pero no había hecho que lo que pensaban de Jules cambiara. —Mi chófer se quedará contig
Danielle escuchaba detrás de la puerta, Jules la había dejado entreabierta, quizás esperando ser escuchada por ella. Danielle había sentido calma y el corazón pleno al escuchar a Maximilian defenderla, y un poco de dolor en el corazón al escuchar a Jules hablar. Ahora estaba en la disyuntiva de escoger entre entrar a la oficina e impedir que revele su secreto, o dejarla hablar y terminar con aquella mentira. Danielle se recostó en la pared, suspirando, aliviada cuando escuchó lo que Maximilian respondió. —A través de ti no quiero saber, tu lengua venenosa quizás diga alguna verdad, pero para mí, todo será mentiras. —respondió Maximilian a la pregunta de Danielle Humphrey. —Pero tengo una información muy valiosa, vale mucho dinero —Insistió Jules, no quería irse de allí sin hacer algún daño. —Es mejor que salgas ahora mismo de mi casa por las buenas, si no te vas en veinte minutos contando desde ahora, no seré tan indulgente —dijo Maximilian sintiendo como aumentaba su enojo. —Pero…
Lunes en la mañanaDanielle estaba sentada en el piso del baño frente a la taza sanitaria, las náuseas la habían sacado de la cama y no parecía que fueran a remitir. Sentía, aunque sabía que era una exageración, tener ese pensamiento, que botaba pedacito a pedacito los órganos internos, ya no tenía que vomitar, hasta las bilis las había sacado hacía media hora. Solo podía agradecer, que Maximilian se había ido a trabajar a la empresa, así no tenía que preocuparse por él estando por allí, si no el estrés acabaría con ella ese día.—Por favor, sé bueno y déjame terminar bien mi día —murmuró Danielle llevando una mano a su vientre.Un teléfono sonó en la distancia, en alguna parte de la habitación, y Danielle dio un quejido lastimero, porque no tenía deseos de pararse del piso y menos de responder una llamada. Ella hubiese querido tener a su lado a sus padres toda la vida, pero en momentos como ahora, lloraba por no poder tener el apoyo de ellos.—Danielle, cariño, estaré fuera de compra