Marlon regresaba de la cafetería del hospital cuando recibió una llamada, al mirar el identificador de llamadas vio que era de Maximilian. El CEO, después de salir de la casa de su madre, había ido hasta HB Security, la empresa de seguridad que tenían juntos.—Quería revisar unos documentos contigo, pero tu secretaria me informó que habías salido sin decir a donde ibas, ¿regresas o ya no te veré hasta mañana? —dijo Maximilian después del saludo.—No tengo pensado regresar en lo que queda de día, estoy en el hospital acompañado a Kaelyn, su sobrina tuvo un accidente en el jardín de infantes y como está sola, quiero estar con ella, si no es algo urgente, nos vemos en la mañana. —respondió Marlon, ya estaba llegando a la sala de urgencias donde esperaba Kaelyn.Maximilian se dio un pequeño golpe en la frente, por supuesto que Marlon estaría allí, estaba conquistando a la chica para sacarle información, había olvidado decirle que Berenice también iría para que evitara encontrarse con ella
Micaela siguió quejándose de su marido, y Berenice solo hacia uno que otro comentario para darle la razón, la verdad era que no le importaba mucho lo que su madre le decía, pero si con eso conseguía regresar a su casa, no le quedaba de otra más que hacerle creer que la comprendía. De pronto escuchó que se habría una puerta y se cerraba de golpe. —Mamá, sé que lograrás encontrar una solución para convencer a mi padre, eres muy astuta. Te llamo más tarde, te quiero. —dijo Berenice y colgó el teléfono sin esperar una respuesta de su madre. Micaela separó el teléfono de su oído y se quedó mirándolo sorprendida, no era la primera vez que Berenice le colgaba el teléfono en medio de una conversación, esto la estaba enojando. —Estos jóvenes de ahora no respetan a nadie. —comentó y se encogió de hombros, pensando que su hija seguramente estaba estudiando. Mientras tanto, en la oficina que tenía en la casa, Timothy colgaba el teléfono después de que Micaela lo hizo, y se recostaba en la sil
Danielle se puso de pie sacudiendo la cabeza, alejándose y quedando de espaldas a él, no podía creer que viniera con unas flores y esperara que, por eso, ella olvidara que la había dejado encerrada en la casa. Se pasó una mano por el cabello suspirando antes de darse la vuelta y encararlo. —No estoy segura, eres muy volátil, un día estás bien conmigo y al otro día me tratas como si me odiaras. —dijo Danielle mirándolo a los ojos. —Entiendo tu miedo, pero estoy siendo sincero. —respondió él y puso las flores sobre la mesita de centro, ella las había dejado encima del sofá. —Yo… yo lo voy a pensar, ¿Puedo? —expuso Danielle. Maximilian sonrió, pero internamente estaba irritado, estaba seguro de que ella accedería. —¿No quieres darle una oportunidad a este matrimonio? —increpó Maximilian tratando de que sus palabras no sonaran enojadas. Danielle volvió a pasarse una mano por el cabello, un poco nerviosa, quería decirle que sí en ese mismo momento, pero la inseguridad no la dejaba. M
Danielle se puso nerviosa, y afirmó con la cabeza, luego pensó que se daría cuenta de que era virgen y negó también con la cabeza, Maximilian la miró confundido, ¿le había hecho daño o no?—¿Llevas mucho tiempo sin tener relaciones sexuales? —preguntó Max frunciendo el ceño.—Sí, eso es. —respondió Danielle con mirada errática y los latidos del corazón acelerados.—Si me hubieras dicho, hubiese ido más lento —la regañó Maximilian de forma dulce mientras le tomaba un mechón de cabello entre sus dedos.Danielle se sonrojó, la verdad era, que también se había perdido en el placer, no pudo pensar mucho antes del acto.—¿Quieres que paremos? —preguntó Maximilian, pero rogaba que ella dijera que no, Berenice se sentía maravillosa alrededor de él y le estaba costando contenerse.—No, sigamos, va a mejorar, ¿verdad? —dijo Danielle un poco avergonzada.Maximilian asintió, pero seguía confundido con la actitud de Berenice, ¿no sabía que tendría placer después de la molestia por llevar mucho tie
Tres días después Danielle iba llegando a una cafetería después de salir de la clínica donde estaba Isabela, lamentándose porque la visita fue muy corta, su madre tenía un mal día y no quería compañía, le gritaba a todo aquel que se le acercaba. Isabela estaba en uno de esos días que mezclaba el pasado y el presente, pero sin reconocer a la única hija que tenía. Danielle iba tan concentrada en sus pensamientos, que no vio al doctor Esteban y casi choca con él. —¿Cuántas moneda por tus pensamientos? —preguntó Esteban con una sonrisa mientras la detenía, tomándola por la parte superior de los brazos. Danielle levantó la mirada pestañeando, sorprendida de ver al médico, no esperaba verlo fuera del lugar donde trabajaba. Cuando preguntó por él, recibió por respuesta que estaba de vacaciones. —Hola —respondió ella, y todavía con algo de confusión preguntó—, ¿No estaba usted de vacaciones? —Sí, lo estoy —respondió Esteban, y dando una vuelta de 360 grados con los brazos abiertos, comen
Danielle caminaba de un lado al otro en la habitación, pensando qué hacer, está consciente de que Maximilian no se tragará eternamente el cuento de que Danielle no ha podido ir a la ciudad, pensará que es la peor persona del mundo, que no se ocupa de su madre como le quieren hacer creer. «Si hubiese seguido buscando trabajo, quizás hubiera encontrado alguno, y no estuviera metida en este problema tan grande» Pensó Danielle y siguió caminando, se puso una mano en el abdomen, tenía el estómago revuelto, las náuseas por el nerviosismo no la abandonaban. Se pasó una mano por cabeza desordenándose el cabello, una solución, aunque fuera la más pequeña, era lo que necesitaba. Se detuvo frente a la mesita de noche y tomó el teléfono para llamar a Kaelyn, consultaría con su amiga, pensó que a la pelirroja se le podía ocurrir una muy buena idea. —Hola Dani, ¿qué necesitas? —saludó Kaelyn casi en un susurro. —¿Por qué hablas tan bajo? —preguntó Danielle frunciendo el ceño, sin entender por qu
Danielle estaba con la mirada atenta hacia todas partes, con miedo que de un momento a otro, Micaela dijera algo incorrecto, la mujer mayor no dejaba de mencionar su nombre. Maximilian había escuchado esa noche más veces el nombre Danielle, que todo el tiempo desde que se conocieron hasta esta noche. «Y todavía falta el postre, a esta mujer le queda mucho por hablar.» Se lamentó Danielle internamente. —Cariño, hay algo que quiero mostrarte, tu madre cree que no te va a gustar… porque desde pequeña no lo veías —dijo Timothy y miró de Danielle a Micaela con una sonrisa. Micaela les dio una risita mirando a su marido, y Danielle sonrió para seguirles el juego; sin embargo, sabía, que había llegado la hora donde sabría que tramaba la pareja. —¿Es lo que imagino? ¿Podemos ir ahora? —inquirió Danielle fingiendo entusiasmo. —Pero ya van a traer el postre. ¿No pueden esperar dos minutos más? Está muy amena la conversación. —Intervino Micaela, consciente de los nervios que estaban generand
Maximilian caminaba por todo el pasillo esperando noticias de Berenice, no le habían permitido quedarse a su lado cuando la llevaron a uno de los cubículos de urgencia. Llegó hasta uno de los bancos y sentó, pero no pudo permanecer más de cinco minutos sentado, se puso de pie y comenzó a caminar otra vez, llegando hasta una parte que tenía vista directa al cubículo, Maximilian maldijo, la cortina se mantenía cerrada. «¿Por qué demoran tanto?» Se preguntó Max mordiéndose un labio. El teléfono de Maximilian dio varios timbres mientras él lo palpaba por encima de la ropa, hasta que se dio cuenta de lo que hacía y lo sacó del bolsillo de la americana. —Hola cariño, ¿Sabes algo de Berenice? La llamo a su teléfono celular, al teléfono de la casa y no responde, ¿Crees que se haya olvidado de la comida que teníamos hoy? —dijo Teresa nada más que él respondió el teléfono. —Hola mamá, Berenice no podrá asistir a tu cena, se cayó en el baño y se dio un golpe en la cabeza, estamos ahora en el