—Abre los ojos, Sam, no hagas trampa, no le temas a la imagen que allí verás. Yo la he visto varias veces y no es tan fea. Ella sintió que sus ojos picaban, pero no debía llorar. Se mordió los labios, decidida a aguantar. Nada de lo que Vlad le hiciera sería nuevo, pensó, ya lo había hecho con él muchas veces y no era tan malo como quería creer. Y, aunque le doliera admitirlo, también se sentía mejor de lo que debía.Estaba lista para sentirlo deslizándose dentro de su cuerpo cuando una sonora nalgada la hizo gritar. Fue más de la sorpresa que del dolor.—Esto es para que aprendas que, aunque estés en tu tiempo libre, yo sigo siendo tu amo ¿Lo entiendes, Sam?—S-sí, amo.Una nueva nalgada en el mismo lugar. Sonó igual que la anterior, pero le causó escozor.—No tienes permitido ser insolente con tu amo, a menos que yo te lo ordene.—Sí… amo.Otra nalgada. La hizo apretar los ojos.—No volverás a llamarme señor Sark
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