—Kay, yo estaré a tu lado.—Ya sé, Greg.—Por Dios, que la venida de ese hijo te haga feliz, Y, y si he faltado en algo, perdóname. Marchaba, Kay lo necesitaba a su lado. Levantó la cabeza. Le llamó.—Gregory, Se detuvo de golpe sin dar la vuelta.—Gregory, ven.—No quiero disgustarte.—Pues quédate a mi lado y, por favor, discúlpame Sin ti, yo no podría. Se volvió y despacio fue hacia ella.—He sido el causante de tus sufrimientos desde que nos casamos. Tú amabas a otro hombre cuando te conocí. Me he cruzado en tu vida a la fuerza. Y ahora, quizá también a la fuerza.—No digas tonterías, Greg. Quizá hayas entrado en mi vida a la fuerza, pero ahora no. Tú sabes que no. Tenía que ser así, no tengo nada que perdonarte. Quizá tú a mí
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