El lunes por la mañana, después de probarse múltiples mallas de deporte, y camisetas que no le sentaban bien, Sally se decidió por un pantalón ancho de color gris perla, y una camiseta roja, no demasiado ajustada, pues no se sentía demasiado segura de su cuerpo, pero lo suficientemente apretada como para permitirle dar la clase, y que además ella pensaba que le favorecía.Salió de casa silbando, y sintiéndose llena de energía; hacia tanto tiempo que no se sentía tan bien, que paró en la cafetería de la calle de al lado para comprar café para llevar y un croissant.- ¡Que no te vean comiendo eso en el trabajo! Se giró asustada por la advertencia, con la boca llena de hojaldre, y se encontró de frente con Kate, su nueva jefa.- ¡Oh cielos, Kate! Discúlpame, ni lo habí
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