El cuerpo de Dante estaba caliente, tan caliente debajo de él que quemaba. La marca en su cuello igual quemaba, así como su interior, que empapaba la cadera de su esposo y su miembro que estaba duro y palpitante. Lukyan sentía una sensación igual a cuando estaba a punto de entrar en celo. Acaso eso lo estaba provocando su esposo.Bajó la mirada y lo miró directo a sus ojos. Estos, a pesar de no notarse enfocados, lo devoraban y lo hacían temblar. Tenía ganas de ser tocado por él, de ser besado. Tuvo un impulso de quitar los grilletes que lo mantenían cautivo y dejarlo a su libre albedrío, pero recordó que tanto Falco como Dmitri fueron muy estrictos en los requisitos para dejarlo estar ahí, ese era uno de ellos. No soltar a su alfa.Chasqueó la lengua. Y desde cuándo él oía órdenes, aunque tenía que reconocer una cosa, no solo era la erección de Dante la que se notaba más grande, el cuerpo del lobo se sentía con más tamaño, sólido y salvaje. Él estaba acostumbrado a su cuerpo y de cua
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