El recuerdo que tenía Lukyan del celo de su pareja fue cuando el alfa la había atacado debido a que su hija lo había llevado allí, antes de ser raptado por Lucian. Y solo podía decir que había sentido miedo real. No el crudo, como el que sufrió con Sylas mientras lo tenía cautivo, sino uno más salvaje que lo desconcertaba.Y ahora estaba allí, delante de la puerta del mismo cuarto en donde lo había visto salir en esa ocasión, preparado para ser él el que entrara. Dmitri y Falco estaban a su espalda. Como machos, sabían el estado en que ellos se ponían y el daño que podían ocasionarle, y más Dante que era un alfa. Razón por la que se habían negado, desde el primer momento, a que su reina se arriesgara de esa forma.–Reina, aún puede retractarse –Falco dijo.Su lobo se encargaba de cuidar a los hijos de Lukyan dado que estarían al menos cuatro días sin verlos. Si era que él podía resistir todo ese tiempo. El celo del alfa había empezado hacía unas horas por lo que ellos estaban sudando
El cuerpo de Dante estaba caliente, tan caliente debajo de él que quemaba. La marca en su cuello igual quemaba, así como su interior, que empapaba la cadera de su esposo y su miembro que estaba duro y palpitante. Lukyan sentía una sensación igual a cuando estaba a punto de entrar en celo. Acaso eso lo estaba provocando su esposo.Bajó la mirada y lo miró directo a sus ojos. Estos, a pesar de no notarse enfocados, lo devoraban y lo hacían temblar. Tenía ganas de ser tocado por él, de ser besado. Tuvo un impulso de quitar los grilletes que lo mantenían cautivo y dejarlo a su libre albedrío, pero recordó que tanto Falco como Dmitri fueron muy estrictos en los requisitos para dejarlo estar ahí, ese era uno de ellos. No soltar a su alfa.Chasqueó la lengua. Y desde cuándo él oía órdenes, aunque tenía que reconocer una cosa, no solo era la erección de Dante la que se notaba más grande, el cuerpo del lobo se sentía con más tamaño, sólido y salvaje. Él estaba acostumbrado a su cuerpo y de cua
Matías no estaba cómodo con su familia a pesar de que ya se sabía la verdad. Aún sentía que había traicionado a todos y ponerse siempre como la víctima no era justo. Más bien, no era justo para ni él mismo, y eso le dolía. Le dolía mucho.Supuestamente ese día que debía ser feliz para todos, era para él un recordatorio que no debía estar en esa familia. Porque él simplemente hacía daño.–Hermano… hermano –a su lado, Axel le sacudió el brazo– Es hora de ir a correr.Matías asintió. Su madre se acababa de casar con el alfa de la Manada de Plata, el único lobo que lo había llenado de confianza para decirle la verdad. No podía negar que se sentía feliz por él. Se lo merecía. Su madre había sufrido mucho a manos de su padre, y que este lobo se le hubiera aparecido en su vida era lo mejor para él y sus hermanos.Sin embargo, él no se lo merecía.Así que cuando la corrida empezó y todos los lobos siguieron al antiguo alfa de la Manada de Plata, él avanzó unos cuantos kilómetros, pero al fina
–¿Estás seguro de que cerraste bien la puerta? Sabes que aquí como que entrar sin pedir permiso se estila bastante.–Si cariño, nadie va a entrar a la oficina a menos que yo quiera –Dante besó el lóbulo de la oreja de Lukyan, mientras sus manos recorrían el borde de la camisa más arriba de la cintura, para dejar descubierto su abdomen.El alfa tenía acostada a su esposo sobre su escritorio, después de lanzar más de la mitad de los papeles al suelo, creando un desastre a su alrededor. Se acomodaba entre las piernas de él e hinchaba sus labios bajo sus besos. La camisa de Dante estaba en el suelo, la ropa interior del omega la acompañaba y su prenda inferior, solo el pantalón aun cerrado del alfa estaba en medio. Después de tres días sin poderse dar amor, dado el trabajo de ambos, no habían podido aguantar y estaban a punto de tener sexo allí mismo. Sin importar consecuencias, aunque realmente no es que hubiera. Muchos notaban cuando cierto alfa no pasaba sus noches alegres y estaba fru
–Ma, tu rostro está totalmente rojo –Sacha tenía la cabeza recostada en uno de los muslos de Lukyan.Él tenía la cabeza gacha, con el cabello cubriendo parte de su expresión avergonzada. Dios, había sido visto por sus suegros, y haciendo eso con su esposo. Bien, le había dicho que no era una buena idea, pero Dante era bueno en que él sucumbiera a sus instintos y terminar enrollados en cualquier parte.No era que no le gustara hacer el amor con su lobo, con su alfa, era que él buscaba los lugares donde podían ser descubiertos fácilmente, y él no estaba acostumbrado a eso. Ahora, apenas podía mirar a la cara a los dos lobos con los que su esposo tenía una acalorada discusión.Por lo visto Aralia y Kaiser estaban acostumbrados a intimidar a sus dos hijos y violar su privacidad alegando que eran unos cachorros. Cachorros su trasero, eran dos lobos de más de un metro ochenta, más de 100 kilos de músculo y que pasaban los 600 años. No eran unos cachorros. Pero en el fondo él los comprendía.
Lukyan sentía la brisa golpear su trasero en la posición en la que estaba. Aralia corría rápidamente, sin apenas inmutarse por el peso extra, tampoco era que el omega pesara mucho. No sabía a dónde lo llevaba, pero por si acaso, recordó todo lo aprendido cuando cachorro y con un ágil movimiento, que Aralia no se esperaba, logró soltarse de su agarre y saltar.Cayó arrodillado en el suelo disminuyendo el impacto. La otra loba se detuvo de golpe y lo miró con un brillo inusual en sus ojos.–Oh, eres mejor de lo que pensé.Lukyan se enderezó con la guardia en alto y con cautela.–¿Qué desea conmigo? –estaba serio a pesar de que no sentía ningún aura asesina.–Pues… acaso no te había dicho antes que quería probar tu fuerza contra la mía. Es momento –y se abalanzó contra Lukyan.***Dante corría buscando a su esposo. Su madre tenía una facilidad innata para deshacer su rastro y eliminar su olor y lo que estuviera cerca, así que era casi completamente imposible que los encontrara siguiendo
A pesar de ser joven Bastian era un lobo... terco. Muy terco.Entre sus objetivos estaba en ser el compañero de Falco. El beta del lobo que lo había recogido, así que así sería. Lo había dicho desde la primera vez que lo había visto y no se echaría para atrás. Ese era el lobo indicado.Por lo que desde el día que había sido acogido en la manada siempre buscaba alguna forma de estar junto a él. Aunque este no estaba muy de acuerdo con los deseos de él. Solía encontrar las formas de escabullirse para que él no lo encontrara y se escondía, aunque él tenía una facilidad innata para descubrirlo. O le gruñía cuando él se acercaba, ganando un gruñido más fuerte por parte de Dante por haberlo hecho.Papi Dante siempre tan protector. Él se burlaba de ello.Aun así, Bastian no se quejaba. Siempre justificaba que Falco era tímido.Ya lo había atrapado más de una vez siguiéndolo con la mirada u olfateándolo, después de haber estado cerca de otro macho. Aunque siempre lo negaba. Era un juego extra
Escuchar su nombre saliendo de los labios de ese frío lobo, que siempre mantenía la distancia de él, pero casi sin aliento y con tono excitado, hizo que todo el cuerpo de Bastian temblara y un marcado sonrojo cubriera sus mejillas, extendiéndose por su cuello.¿Qué demonios?Estaba habituado al siempre frío Falco, no a este lobo que podía tener la voz grave y hacerle latir el corazón. Se preguntó cómo sería en el sexo, si sus ojos brillarían, si sus colmillos se alargarían si su pecho desnudo y fuerte subiría y bajaría, húmedo y brillante de sudor. Era un lobo virgen, pero había fantaseado tantas veces con Falco durante los últimos años que chocar con la verdad era sumamente impactante.Lo sintió removerse un poco y abrió la boca para soltar un ligero gemido.Bastian se alzó sobre su codo y lo miró con los ojos entrecerrados. Los orbes de él comenzaban a tornarse muy dorados con la excitación a flor de piel. No lo podía evitar, el lobo estaba exudando feromonas llenando la habitación.