SOBREVIVIR Y VIVIR PARA CONTARLO- Oxígeno! ¡Rápido, el oxígeno! – Escuché a los lejos, y creí ver por un lado luces verdes, por otro, azules, destellando. Cerré los ojos, perdiendo la noción del espacio y tiempo. Comencé a despertar, aún sin abrir totalmente los ojos, como si hubiese dormido horriblemente mal. Tenía un dolor de cabeza intenso. Escuchaba voces, pitidos de aparatos, y empezaba a ver paredes blancas. Sentía en mí misma un desagradable olor y tosía. Verme de pronto las manos oscuras me asustó. Al verme agitada y con miedo, el médico se acercó para calmarme.- Tranquila, ya estas a salvo Celeste – Dijo con una sonrisa. Subí mi mirada, y sentí brillar mis ojos como hacía mucho no me sucedía. Una inexplicable paz invadió mi corazón. Tenía al frente mío a Ramiro. A quien no veía desde hace años, cuando decidió irse a estudiar afuera.- Estás... Acá – Dije feliz, pero con el cuerpo aún debilitado.- Te dije que aprendería a salvar vidas. No que nunca volvería – Bromeó.- Me
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