El olor asqueroso del alcohol penetra mis fosas nasales. Un rostro encantador aparece en mi campo de visión, y si, es mi hermoso prometido con una cara nada feliz. - ¿Estás bien? ¿Qué sucedió? ¿Vamos al hospital? – Quiero ser sincera y confesarle lo que vi, sin embargo, es mi día feliz, es nuestro día feliz, por lo que decido callar tal información que en el fondo sé es importante.- Estoy bien, solo bajó mi presión. – su ceño se frunce, sin embargo, opta por seguirme la corriente. – Denme espacio, siento que me falta aire. – pido, y es verdad. Que estén sobre mí no ayuda. Miro a Dalbert, quien me observa serio. – Vamos a casa vida. Mi ogro hermoso y solo asiente. Me ayuda a ponerme de pie, nos despedimos de todos con la excusa que iré a descansar, aunque todos vivimos en la misma casa. Cuando llegamos por fin a nuestro hogar, tomados de la mano ingresamos dentro de ella y subimos en silencio hasta nuestra habitación. Una vez en ella, decido agradecerle a Dalbert su h
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