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96 chapters
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Pablo la dejó hablar sin interrumpirla ni una sola vez. Le contó toda la historia desde el principio. Todo aquello por lo que habían pasado hasta llegar a aquel punto. Cuando terminó, Cala salió a la entrada de la cabaña y respiró hondo. Las lágrimas se agolpaban en sus ojos. Habían recorrido un largo camino hasta llegar a aquel momento. Habían perdido a su familia, a los clanes, la guarida, sus muertos. Habían quedado desenraizados como el árbol que había sido testigo de sus vidas, y, todo para llegar a ese punto, un punto que parecía muerto, sin retorno, sin salida.Yuma salió tras ellas y la abrazó contra él.—No va a pasar nada, estamos juntos, eso es lo importante ¿recuerdas?—¿Qué vamos a hacer?Yuma se encogió de hombros. Estrujaba su cabeza buscando una solución.—Escucha
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Manuel estaba muy emocionado, pero no quería desvelar nada de su plan. Decidieron confiar en Pablo y le soltaron. El muchacho se puso en pie y estiró las piernas, después se fue al baño. Manuel aprovechó para hablarles a Cala y a Yuma.—Necesito hacer unas llamadas y tengo que acercarme a las oficinas en la ciudad ¿Estaréis bien?Ellos asintieron. Estaban expectantes, confiaban en Manuel, depositaban en él sus esperanzas y este lo sabía.—No creo que me lleve demasiado tiempo, esta misma tarde estaré de vuelta. Tenéis comida en la nevera y hay café hecho —dijo, mirando a Cala—. No perdáis de vista al muchacho, ¿de acuerdo? Si no sabéis hacer funcionar algo y lo necesitáis, seguramente, Pablo os podrá ayudar.Ellos volvieron a asentir. Pablo regresó del baño y vio que Manuel estaba preparándose
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Manuel regresó a media tarde cargado de comestibles. El coche rebosaba de bolsas del supermercado. Yuma salió de la cabaña y miró asombrado el maletero desbordado.Pablo se asomó a la puerta e hizo un gesto a Manuel como pidiéndole permiso para salir. Este asintió.—No estoy acostumbrado a tener invitados— dijo sonriendo. Yuma y Pablo  le ayudaron a descargar el coche y meter todo en la cabaña.—Bien, habrá que ver cómo nos repartimos para dormir —miró hacia Pablo—, supongo que aún vives con tus padres ¿no?Pablo asintió con la cabeza.—Llámales, invéntate lo que quieras, pero asegúrate de que te creen, necesito que te quedes aquí tres o cuatro días.El chico asintió y Yuma, por fin, le pudo ver usar su teléfono. Se quedaba en casa de un compa&
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Tres días después, Manuel avisó a Yuma y a Cala para que a la mañana siguiente fueran temprano por la cabaña. Se despedían cada noche y abandonaban la cabaña tomados de la mano.Manuel y Pablo conversaban un rato después de su marcha. Por lo genera,l Pablo intentaba sonsacarle cuál era su plan en algún momento de la conversación, pero Manuel se mantenía fiel a su secreto. Cuando Yuma y Cala llegaron, él ya estaba esperándolos a la puerta y se subió a su Land Rover sin dar ninguna explicación.Pablo les recibió con café recién hecho.—Alguien se va de viaje y me da que no voy a ser yo —comentó mientras servía el café en tazas —. Esta mañana se ha levantado muy temprano y le he visto cargar el coche.Se sentaron a la mesa y tomaron sus cafés en silencio. Luego P
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Yuma contempló el Land Rover. Estaba pasmado ante la puerta que Manuel mantenía abierta ante él. Cómo podía él ni tan siquiera soñar que un día montaría en uno de los automóviles de los humanos. Recordó la cantidad de tardes que se había pasado, antes de encontrar a Cala, observando los autos de los humanos que podía ver, como hormiguitas, desde lo alto de aquella cima, moviéndose a gran velocidad. Cuántas veces se había imaginado viajando en uno de ellos.Entonces le dio por pensar que era a él, y no a Cala, a quien le maravillan todas aquellas cosas de los humanos, aquellas de las que Léndula hablaba.Manuel le empujó suavemente para hacerle entrar, y Cala entró tras él y se sentó a su lado. Le dio la mano y se la apretó con fuerza, pero Yuma apenas se enteró.Cala le protegía, ahora le t
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EPÍLOGO
Una mañana, casi dos años después de trasladarse al molino viejo del Tocho, Manuel se despertó al alba, como de costumbre, y al levantarse y tantear sobre la mesilla de noche buscando las gafas que había tenido que comenzar a usar, sus dedos se enredaron en un cordón.Al ver el amuleto de la huella de puma, que un día había pertenecido a Sush, lo apretó en su mano mientras notaba las lágrimas que se agolpaban en sus ojos. Recordó la noche que él mismo se lo entregó a Kasa "Devuélvemelo sólo cuando confíes en mí", le había dicho.Estaban allí, de una manera u otra se habían apañado para ponerse en contacto entre ellos y ahora Kasa le entregaba el amuleto para que él lo supiera, para que supiera que volvían a estar juntos, no como antes, pero juntos igual.Ya no le necesitaban. Cala y Yuma le visitaban a m
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