¿Dios? ¿Qué diablos hice en mi vida pasada para que me castigues así?Mientras me quedo mirando al padre de Cole, totalmente avergonzada, él me devuelve la mirada, confundido. “¿Tu esposa?”, él repite, desviando la mirada hacia su hijo. “No entiendo”.Abro la boca para hablar, pero Cole interviene: “Estamos casados, qué no entiendes”. Lo miro y él se me acerca, y tengo el repentino deseo de darle un puñetazo en la garganta del chico.“Debería darles un momento a solas”, digo y me doy vuelta para salir de la oficina.“¡Quédate ahí, jovencita!”, él grita, y yo me sobresalto ante su repentino arrebato. Asiento con la cabeza en silencio, acercándome nuevamente a Cole. “Tristan, contraté a esta chica hace unos días para que fuera tu asistente. ¿Qué quieres decir con que están casados?”, él pregunta. Sus ojos verdes, idénticos a los de Cole, se pasean entre nosotros, esperando una respuesta. “¿Qué? ¿Se te olvidó que estás casada con el Director Ejecutivo de la empresa?”, él me pregunta,
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