“¡Estás casado, idiota!”, él grita, levantando las manos al aire. “No puedes casarte con Hollie si ya estás casado. Lleva a Shayla con tu abuelo, preséntala como tu esposa, problema resuelto”.Oh. ¿Por qué no pensé en esto? Estoy casado.Frunzo el ceño. “¿Quieres decir que sigamos casados?”. Josh asiente, agrandando sus ojos azules. “Ella no estaría de acuerdo, ¿por qué querría seguir casada?”.Josh me lanza un cojín. “Por que eres Tristan Cole Hoult, por eso. Eres el soltero más codiciado del país, después de mí por cierto”, él dice en broma, y yo le tiro el cojín de vuelta.Pongo los ojos en blanco, exasperado. “Vete a la mierda, idiota”. Josh coge el cojín y apoya el codo en él, sonriendo. “A ella no le importa nada de eso. No es como el resto; mi fama y mi dinero no la impresionaron ni un poco”.“Qué buena chica. Solo dile la verdad, tal vez apeles a su buena naturaleza y ella se apiade de ti y acepte ayudarte. Y si no es suficiente, ofrécele una paga, un par de millones, como
¿Dios? ¿Qué diablos hice en mi vida pasada para que me castigues así?Mientras me quedo mirando al padre de Cole, totalmente avergonzada, él me devuelve la mirada, confundido. “¿Tu esposa?”, él repite, desviando la mirada hacia su hijo. “No entiendo”.Abro la boca para hablar, pero Cole interviene: “Estamos casados, qué no entiendes”. Lo miro y él se me acerca, y tengo el repentino deseo de darle un puñetazo en la garganta del chico.“Debería darles un momento a solas”, digo y me doy vuelta para salir de la oficina.“¡Quédate ahí, jovencita!”, él grita, y yo me sobresalto ante su repentino arrebato. Asiento con la cabeza en silencio, acercándome nuevamente a Cole. “Tristan, contraté a esta chica hace unos días para que fuera tu asistente. ¿Qué quieres decir con que están casados?”, él pregunta. Sus ojos verdes, idénticos a los de Cole, se pasean entre nosotros, esperando una respuesta. “¿Qué? ¿Se te olvidó que estás casada con el Director Ejecutivo de la empresa?”, él me pregunta,
“Gracias, Shayla. No tienes idea de lo mucho que esto significa para mí. De verdad”. Asiento con la cabeza y retiro mi mano.“Bueno, nadie debería ser obligado a casarse con alguien que no ama. Incluso los chicos ricos y mimados como tú deberían tener un final feliz”, me burlo, y él me da un codazo en el costado.“No soy un chico rico mimado”, se defiende fingiendo enojo, pero veo que la comisura de sus labios se curva. “Trabajo muy duro, está bien”, dice y se rie mientras lo fulmino con la mirada. “Está bien, trabajo duro”.“Lo qué tú digas, campeón. ¿Podemos hablar de lo que vamos a decirles a tus padres? Porque estoy un poco aterrada aquí”, le pregunto, y él asiente.“Solo tenemos que hacer que coincidan nuestras historias. Mis padres me conocen muy bien, sobre todo mi madre, así que si vamos a convencerlos de que estamos enamorados, tenemos que actuar como tal”. Sacudo la cabeza y levanto mi mano.“Espera, define ‘enamorados’ porque, si con eso quieres decir que me vas a meter
Ojalá tuviera la opción de darle pausa y quedarme en este momento un poco más. Dejo que mis ojos recorran el rostro de Shayla, sus ojos cerrados, los labios ligeramente separados, suplicando ser besada, pero sé que eso no es lo que ella necesita ahora. Si lo intentara, probablemente me daría un puñetazo. Cuando llaman a mi puerta, los ojos de Shayla se abren y me mira, y al abrirse la puerta, ella se aparta de mí, separándose un par de metros. Su mirada cae al suelo y daría mi testículo izquierdo para poder leer su mente. ¿Estaba esperando que la besara? ¿Se sentía tan decepcionada como yo cuando se apartó?“¿Tristan?”. Miro a Lucy, mi publicista, cuando asoma la cabeza por la puerta, y la hago pasar. “Acabo de ver la noticia. Mi teléfono no ha dejado de sonar”, ella dice, caminando hacia nosotros.“¿Cómo arreglamos esto?”, le pregunto, y ella deja su tableta sobre mi escritorio y suspira. Ella mira a Shayla y vuelve a mirarme a mí. “Necesito que me digas cómo darle un giro a esto,
Sus labios se separan y me mira fijamente antes de entrecerrar los ojos: “Tal vez solo soy buena fingiendo”, ella responde, apartando su cara de mi mano.La miro a la cara y le sonrío: “Tienes razón”, inclino su cabeza hacia arriba, para que nuestros labios estén perfectamente alineados. “No sabes mentir un carajo”, susurro y le doy un beso en la mejilla, y ella se aparta.“¿Qué diablos estás haciendo, Cole?”. Aparto mi cara y sonrío.“Haciendo mi papel”, digo y me alejo de ella. Ella frunce el ceño y yo señalo con la cabeza a la multitud de oficinistas que acaban de ver todo nuestro intercambio. “Parece que estaba tan empeñado en acariciar a mi mujer que no me dí cuenta de que ‘accidentalmente’ despolarizé el vidrio”. Ella mira a su alrededor y traga saliva antes de dirigir su mirada fulminante hacia mí.“Oh, hijo de…”. Le guiño un ojo y doy la vuelta a mi escritorio.“Ah, ah, ah tú me amas, ¿recuerdas?”. Ella resopla, gira sobre sus talones y se aleja hacia la puerta. “No te olv
“También estoy encantada de conocerte, Shelly”. Abro la boca para corregirla, pero Shayla me aprieta la mano y sacude un poco la cabeza, indicándome que lo olvidé. “La cena está servida. Vamos a comer”, dice mi madre, y se dirige hacia el comedor. Todos la seguimos y tomamos asiento en la mesa.“Su casa es preciosa, Señora Hoult”, dice Shayla, colocando la servilleta en su regazo.“Lo sé”, responde mi madre secamente y me trago las ganas de gritarle cuando noto la mirada triste de Shayla ante los comentarios cortantes que le lanza mi madre.Mi padre, al sentir la tensión aumentar en la habitación, se aclara la garganta y entabla una conversación. “¿Qué tal la presentación, hijo?”.Tomo un sorbo de mi agua y asiento con la cabeza. “Estuvo muy bien. El Señor Turner quedó increíblemente satisfecho con el diseño”. Miro a Shayla, quien me sonríe cariñosamente como lo hizo antes en la oficina. “Conseguimos el proyecto”. Mi padre se acerca y me palmea el hombro con orgullo.“Bien hecho,
“¿Estás bien?”. Parpadeo hacia Cole, quien me toma la cara cuidadosamente entre sus grandes manos, sus ojos verdes escaneando mi rostro. No estaba bien, ni un poco. Me dolía la mejilla y me pitaban los oídos. Asiento con la cabeza a pesar de la rabia que crecía en mi interior, con las ganas de darle un puñetazo en la cara a la perra presumida por atreverse a ponerme un dedo encima.“Estoy bien”, le asegure, apartando la cara de su agarre y siseo cuando él roza con el pulgar la mejilla que su madre acaba de abofetear. “Estoy bien, de verdad. Estoy bien”.“Quédate aquí”, él ordena y se marcha, dejándome allí de pie.“¿A dónde vas? ¿Cole?”, llamándolo, pero él me ignora y desaparece por las escaleras. Oh, Dios. ¿Cómo todo esto se arruinó tanto? Bajo las escaleras y escucho la voz enojada de Cole resonando por toda la casa.“¡Cómo te atreves a ponerle un dedo encima!”, él grita. Sigo su voz y me detengo justo fuera de la sala. “¡Ella es mi esposa, madre!”.“Y yo soy tu madre, Tristan.
“Oh, muérdeme”, refunfuño cruzando los brazos sobre mi pecho y mirando por la ventana.“Solo di dónde, nena”, él dice inclinándose más cerca, cubro su cara con mi mano y lo empujo hacia atrás. Él me lame la palma de mi mano, la quito de un tirón y la limpio en su camisa.“¡Ugh! Dios mío, ¡en serio acabas de lamerme la mano!”, exclamó, y él se rie como un niño mientras sale de la entrada de la casa de sus padres.“No podía morderte, así que improvisé”, él afirma encogiéndose de hombros, lanzándome miradas de reojo con una sonrisa maliciosa en su rostro estúpidamente apuesto. Lo odio. Juro por Dios que estas payasadas suyas me sacan de quicio. Lo miro sigilosamente y él me mira al mismo tiempo, y no puedo contener más la risa. Nos reímos. En el viaje de regreso, llevamos la capota del coche abajo, la música a todo volumen y cantamos las canciones de mi lista de reproducción. Encuentro 'Si me dejas ahora’ de Chicago y subo el volumen. Cole me mira desconcertado cuando empiezo a cantar