Ojalá tuviera la opción de darle pausa y quedarme en este momento un poco más. Dejo que mis ojos recorran el rostro de Shayla, sus ojos cerrados, los labios ligeramente separados, suplicando ser besada, pero sé que eso no es lo que ella necesita ahora. Si lo intentara, probablemente me daría un puñetazo. Cuando llaman a mi puerta, los ojos de Shayla se abren y me mira, y al abrirse la puerta, ella se aparta de mí, separándose un par de metros. Su mirada cae al suelo y daría mi testículo izquierdo para poder leer su mente. ¿Estaba esperando que la besara? ¿Se sentía tan decepcionada como yo cuando se apartó?“¿Tristan?”. Miro a Lucy, mi publicista, cuando asoma la cabeza por la puerta, y la hago pasar. “Acabo de ver la noticia. Mi teléfono no ha dejado de sonar”, ella dice, caminando hacia nosotros.“¿Cómo arreglamos esto?”, le pregunto, y ella deja su tableta sobre mi escritorio y suspira. Ella mira a Shayla y vuelve a mirarme a mí. “Necesito que me digas cómo darle un giro a esto,
Sus labios se separan y me mira fijamente antes de entrecerrar los ojos: “Tal vez solo soy buena fingiendo”, ella responde, apartando su cara de mi mano.La miro a la cara y le sonrío: “Tienes razón”, inclino su cabeza hacia arriba, para que nuestros labios estén perfectamente alineados. “No sabes mentir un carajo”, susurro y le doy un beso en la mejilla, y ella se aparta.“¿Qué diablos estás haciendo, Cole?”. Aparto mi cara y sonrío.“Haciendo mi papel”, digo y me alejo de ella. Ella frunce el ceño y yo señalo con la cabeza a la multitud de oficinistas que acaban de ver todo nuestro intercambio. “Parece que estaba tan empeñado en acariciar a mi mujer que no me dí cuenta de que ‘accidentalmente’ despolarizé el vidrio”. Ella mira a su alrededor y traga saliva antes de dirigir su mirada fulminante hacia mí.“Oh, hijo de…”. Le guiño un ojo y doy la vuelta a mi escritorio.“Ah, ah, ah tú me amas, ¿recuerdas?”. Ella resopla, gira sobre sus talones y se aleja hacia la puerta. “No te olv
“También estoy encantada de conocerte, Shelly”. Abro la boca para corregirla, pero Shayla me aprieta la mano y sacude un poco la cabeza, indicándome que lo olvidé. “La cena está servida. Vamos a comer”, dice mi madre, y se dirige hacia el comedor. Todos la seguimos y tomamos asiento en la mesa.“Su casa es preciosa, Señora Hoult”, dice Shayla, colocando la servilleta en su regazo.“Lo sé”, responde mi madre secamente y me trago las ganas de gritarle cuando noto la mirada triste de Shayla ante los comentarios cortantes que le lanza mi madre.Mi padre, al sentir la tensión aumentar en la habitación, se aclara la garganta y entabla una conversación. “¿Qué tal la presentación, hijo?”.Tomo un sorbo de mi agua y asiento con la cabeza. “Estuvo muy bien. El Señor Turner quedó increíblemente satisfecho con el diseño”. Miro a Shayla, quien me sonríe cariñosamente como lo hizo antes en la oficina. “Conseguimos el proyecto”. Mi padre se acerca y me palmea el hombro con orgullo.“Bien hecho,
“¿Estás bien?”. Parpadeo hacia Cole, quien me toma la cara cuidadosamente entre sus grandes manos, sus ojos verdes escaneando mi rostro. No estaba bien, ni un poco. Me dolía la mejilla y me pitaban los oídos. Asiento con la cabeza a pesar de la rabia que crecía en mi interior, con las ganas de darle un puñetazo en la cara a la perra presumida por atreverse a ponerme un dedo encima.“Estoy bien”, le asegure, apartando la cara de su agarre y siseo cuando él roza con el pulgar la mejilla que su madre acaba de abofetear. “Estoy bien, de verdad. Estoy bien”.“Quédate aquí”, él ordena y se marcha, dejándome allí de pie.“¿A dónde vas? ¿Cole?”, llamándolo, pero él me ignora y desaparece por las escaleras. Oh, Dios. ¿Cómo todo esto se arruinó tanto? Bajo las escaleras y escucho la voz enojada de Cole resonando por toda la casa.“¡Cómo te atreves a ponerle un dedo encima!”, él grita. Sigo su voz y me detengo justo fuera de la sala. “¡Ella es mi esposa, madre!”.“Y yo soy tu madre, Tristan.
“Oh, muérdeme”, refunfuño cruzando los brazos sobre mi pecho y mirando por la ventana.“Solo di dónde, nena”, él dice inclinándose más cerca, cubro su cara con mi mano y lo empujo hacia atrás. Él me lame la palma de mi mano, la quito de un tirón y la limpio en su camisa.“¡Ugh! Dios mío, ¡en serio acabas de lamerme la mano!”, exclamó, y él se rie como un niño mientras sale de la entrada de la casa de sus padres.“No podía morderte, así que improvisé”, él afirma encogiéndose de hombros, lanzándome miradas de reojo con una sonrisa maliciosa en su rostro estúpidamente apuesto. Lo odio. Juro por Dios que estas payasadas suyas me sacan de quicio. Lo miro sigilosamente y él me mira al mismo tiempo, y no puedo contener más la risa. Nos reímos. En el viaje de regreso, llevamos la capota del coche abajo, la música a todo volumen y cantamos las canciones de mi lista de reproducción. Encuentro 'Si me dejas ahora’ de Chicago y subo el volumen. Cole me mira desconcertado cuando empiezo a cantar
Recuerdo que Cole y yo nos tambaleamos hacia el elevador, riéndonos histéricamente de algo. Un par de personas más entraron en el elevador con nosotros, y Cole no podía contener sus manos. Sus dedos seguían subiendo por mi espalda desnuda, rozando el lado de mi seno, sus labios en mi oído susurrando las cosas que quería hacerme. “No puedo esperar a probarte, nena”, él respiró, su voz profunda y áspera; aprieto mis muslos y reprimo el gemido que estaba a punto de escaparse cuando me muerde suavemente el lóbulo de la oreja. “Voy a volverte loca”.Cuando llegamos al décimo piso, el elevador se vacía y quedamos solos. En cuanto se cierran las puertas, Cole me gira para mirarlo y me presiona contra la pared, su boca ardiente y necesitada, besándome con avidez. Yo gimo y le devuelvo el beso con el mismo entusiasmo, mientras nuestras lenguas juguetean, Cole me toma en sus brazos y me levanta, inmovilizándome contra la pared mientras presiona sus caderas contra mí. Siento su erección presiona
“¿Cole?”. Parpadeo cuando escucho que me llaman por mi nombre y miro a Josh, quien me hace un gesto con la mano en mi cara.“¿Qué?”.Josh frunce el ceño y me mira con sospecha: “¿Estás bien, amigo? Has estado metido en tu propio mundo desde que empezó el partido”. Me froto las manos en la cara y asiento con la cabeza.“Estoy bien, solo pensando en el trabajo”, le miento, y él sonríe mientras se mete un bocado de Chow-Mein en la boca. No estaba pensando en el trabajo. De hecho, para variar, el trabajo era lo último que tenía en mente. Esta noche solo pienso en una cosa. Shayla. Nunca he estado tan ansioso por llegar al trabajo solo para poder verla.Llevo más de cuarenta y cinco minutos mirando distraídamente la televisión. Suspiro, cojo mi botella de cerveza y me levanto del sofá. Josh me mira y frunce el ceño. “¿Adónde vas?”.Me encojo de hombros: “Necesito un poco de aire”, le digo y salgo al balcón. Saco mi teléfono del bolsillo y en el momento en que lo desbloqueo, aparece el
Empujo lenta y profundamente, levantando sus brazos y sujetándolos por encima de su cabeza. La beso profundamente, pasando mi lengua por la suya mientras nos movemos juntos. Ella gime y mueve sus caderas contra las mías, siguiendo mi ritmo. Los gemidos de Shay se hacen cada vez más fuertes a medida que se acerca su orgasmo. Siento que sus paredes me aprietan, ella está lista para venirse. Empujo más fuerte dentro de ella, moviéndome fuerte y profundamente, haciendo que ella se arquee, jadeando mientras ella logra su clímax, con mis nombres en sus labios, su cuerpo temblando mientras aguanta su orgasmo. Me quedo quieto un par de segundos. Beso y muerdo su cuello mientras su cuerpo se calma antes de empezar a empujar de nuevo.“Esta vez te vas a venir conmigo, nena”, le susurro al oído, y ella gime, arrastrando las uñas por mi espalda. “Quiero que te vengas conmigo”. Ella asiente y me empuja hacia abajo, juntando nuestros labios en un beso ardiente mientras nos movemos juntos de nuevo.